El oso, la mona y el cerdo. Fábula de Iriarte sobre los falsos halagos

Esta fábula corta, ‘El oso, la mona y el cerdo’, del fabulista español Tomás de Iriarte, está indicada para niños más mayores, adolescentes y adultos, y nos habla de los falsos aduladores, que mienten por ignorancia o por interés. Confía sin embargo en las críticas de los más inteligentes y eruditos en un tema, no en las de aquellos que no entienden aquello sobre lo que hablan. Aquí encontrarás una versión adaptada en prosa y la fábula original en verso.

La fábula de Iriarte de El oso, la mona y el cerdo

El oso, la mona y el cerdo, una fábula de Iriarte
La fábula del Oso, la mona y el cerdo

Practicaba un oso una danza que le había enseñado su amo, un hombre italiano que se ganaba el dinero con el espectáculo del animal. Creía el oso que bailaba muy bien. Sin duda, debía ser un bailarín excelente, pues todos le aplaudían en cada espectáculo.

Le observaba aquel día la mona, muy atentamente, y el oso, aprovechando la ocasión, preguntó:

– Y dime, mona, ¿qué tal lo hago? ¿Bailo bien?

– Bastante mal… – respondió ella.

– ¿Cómo dices? ¿Que lo hago mal? ¿Acaso mi paso no es garboso?- dijo enfadado el oso.

Sin duda, la mona debía tenerle celos, pensó él… Entonces el cerdo, que también observaba el espectáculo, comenzó a gritar:

– ¡Bravo, bravísimo! ¡En mi vida vi un bailarín tan exquisito!

Pero el oso, lejos de alegrarse, se quedó pensativo durante unos segundos y luego, dijo algo afligido:

– En verdad la mona decía la verdad, y eso que llegué a dudar… pero si me aplaude el cerdo, muy mal he de bailar…

Moraleja: «Si el sabio no aplaude, malo; si el necio lo hace, peor»

(El oso, la mona y el cerdo)

La fábula original de ‘El oso, la mona y el cerdo’

Aquí tienes el texto original de Tomás de Iriarte, una fábula en verso que te ayudará a ampliar el vocabulario. Más abajo encontrarás el significado de algunas de las palabras que aparecen en la fábula:

Un oso, con que la vida 

ganaba un piamontés, 

la no muy bien aprendida 

danza ensayaba en dos pies.

Queriendo hacer de persona,

dijo a una mona: “¿Qué tal?”

Era perita la mona, 

y respondióle: – “Muy mal”.

“Yo creo -replicó el oso- 

que me haces poco favor.

Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso? 

¿No hago el paso con primor?”

Estaba el cerdo presente, 

y dijo: “¡Bravo! ¡Bien va! 

Bailarín más excelente

no se ha visto ni verá”.

Echó el oso, al oír esto, 

sus cuentas allá entre sí, 

y con ademán modesto, 

hubo de exclamar así:

“Cuando me desaprobaba 

la mona, llegué a dudar; 

mas ya que el cerdo me alaba, 

muy mal debo de bailar”.

Guarde para su regalo

esta sentencia un autor: 

si el sabio no aprueba, ¡malo!

si el necio aplaude, ¡peor!

  • Vocabulario que tal vez no entiendas de esta fábula:
  1. Piamontés: Originario de Piamonte, una zona localizada en Italia. El dueño del oso era de esa zona italiana.
  2. Perita: Sabia, experta en una materia.
  3. Garboso: Aquel que al actuar es gracioso y talentoso.
  4. Primor: Con destreza y mucha habilidad.
  5. Necio: Ignorante, falto de inteligencia.

Qué puedes trabajar con esta fábula corta

Utiliza esta fantástica fábula de Tomás de Iriarte para reflexionar acerca de:

  • Los falsos halagos. Los aduladores.
  • Las críticas. A cuáles creer.
  • El valor de la humildad.
  • La vanidad.

Reflexiones sobre la fábula ‘El oso, la mona y el cerdo’

A veces la vanidad nos impide ver bien la realidad. En esos casos, no hay nada como una verdad, aunque dolorosa, para quitarnos la venda de los ojos. Es lo que le pasó a nuestro protagonista bailarín en esta fábula:

  • La vanidad que no nos deja ver: Nuestro protagonista pensaba que bailaba muy bien. Los aplausos en cada espectáculo hicieron crecer su vanidad, y ésta, a su vez, formaron para este animal una realidad ‘paralela’. En esta fábula, el oso realmente estaba convencido de su maestría en la danza. Por eso le sorprendió que la mona, un animal inteligente y conocedor de la materia, desaprobara su forma de bailar. Al principio, no quería creerla. Pero después, con la opinión del cerdo, al fin vio la realidad.
  • Las opiniones de los aduladores: El cerdo en esta fábula, representa a la ignorancia en una materia. Cuando se desconoce algo, todo nos parece bien. Si no tenemos conocimiento en la música clásica, un mal pianista nos parecerá bueno… pues no tenemos una buena base para comparar. Y es lo que le pasó al cerdo, que sin saber nada de baile, le pareció que el oso lo hacía muy bien. Pero este animal sabía que el cerdo no entendía de danza, con lo que quedó claro que la opinión de la mona era la realmente válida.

Otras reflexiones sobre esta fábula corta

  • La verdad que cura la vanidad: Es lo que llaman una ‘cura de humildad’. El oso se dio cuenta de su falta de humildad al entender que estaba equivocado. La vanidad le había hecho ver una realidad muy diferente. Gracias a la mona, consiguió darse cuenta de su error.
  • Las críticas que debemos aceptar: La crítica de la mona en esta fábula fue muy dura, pero fue sin duda la crítica que haría un bien al oso, y que en lugar de creerse una mentira (que bailaba bien), intentaría mejorar su baile. Las críticas sinceras que parten de un experto en la materia, son las que debemos aceptar, aunque nos cueste, para seguir creciendo y mejorando. Las críticas de aquellos que desconocen la materia, no sirven para nada.

Más fábulas de Iriarte para niños y mayores

Si te gustó esta fábula de Iriarte, prueba a leer también estas otras fábulas del mismo autor, y recuerda que también podrás escuchar muchas fábulas populares en el canal de podcast.

  • El burro flautista: Para conocer bien una materia es indispensable el aprendizaje y el ensayo. Nadie aprende por casualidad, sino con esfuerzo y perseverancia.
  • El pato y la serpiente: Una fábula corta que de nuevo nos habla de las consecuencias de la vanidad, un mal que a menudo nos hace ‘presumir’ de cosas de las que carecemos. En este caso, el animal que encarna la vanidad es el pato, mientras que la serpiente es la que se encarga de ‘abrirle los ojos’ a la realidad.
El pato y la serpiente, una fábula sobre la vanidad
El pato y la serpiente, de Tomás de Iriarte
  • Los dos conejos: Las discusiones por cosas sin importancia pueden distraernos de lo realmente importante. incluso, ponernos en situación de riesgo…

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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