Esta curiosa leyenda, ‘Egle, reina de las áspides’, es una historia muy antigua, originaria de la región de Lituania. Explica el origen de cinco árboles muy característicos del continente europeo. Además, también recoge algunas reflexiones relacionadas con algunos valores esenciales, como el de la fidelidad y la importancia de cumplir las promesas.
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El extraño origen de tres árboles europeos: Egle, reina de las áspides
Hace mucho tiempo, existió en Europa una pareja de mediana edad que tenía nada más y nada menos que doce hijos y tres hijas. La más pequeña de las chicas se llamaba Egle, y era también la más bella.
Una tarde de verano, las tres hermanas decidieron ir a bañarse al lago. Dejaron su ropa en la orilla y entraron en el agua para refrescarse. Al salir, Egle vio una víbora áspid dentro de su camisa.
– ¡Aaaaah!- gritó la chica- ¡Una serpiente!
La joven buscó un palo para asustarla, pero entonces, la víbora áspid habló:
– ¡Tranquila! No te haré daño si prometes que te casarás conmigo. Llevo observándote mucho tiempo y estoy muy enamorado de ti.
– ¿Cómo? ¿Casarme con una áspid?
La joven al principio se negó, pero ante la insistencia de la víbora, y la desesperación de la chica, al fin accedió a la extraña petición. La víbora áspid entonces desapareció entre las aguas del lago y la joven pudo recuperar su ropa.
Egle les contó todo lo que le había pasado a sus padres, quienes, en principio, no le dieron la mayor importancia. Pero a los tres días, un ejército de áspides llegó a la casa de la pareja. Una de estas víboras pidió cumplir la promesa de su hija, y ellos no tuvieron más remedio que entregársela.
La joven tuvo que irse con ellos y al llegar al lago, de las aguas salió un joven rey de hermosas facciones.
– Egle, bienvenida. Soy el rey de estas aguas, y ahora el lago será tu nuevo hogar- dijo.
La promesa y el secreto del rey de las áspides
Los jóvenes se casaron y ella se acostumbró pronto a su nueva vida, bajo las aguas. Allí ambos formaron un hogar y tuvieron cuatro hijos: tres niños y una niña. Les pusieron de nombre Roble, Fresno, Álamo y a la niña, Álamo temblón.
El tiempo pasó deprisa, y un día, uno de sus hijos preguntó por sus abuelos:
– Mamá, nunca nos contaste nada de tu familia…. ¿Quiénes son tus padres? ¿Tienes hermanos?
Egle se puso entonces muy triste. Comenzó a echar de menos a sus hermanos y por supuesto, a sus padres. Tanto es así, que su marido, el rey de las áspides, decidió conceder un deseo a su mujer:
– Podrás visitar tu antiguo hogar junto con nuestros hijos para que conozcan a tu familia. Pero solo por un mes. Después, debéis regresar a casa.
Egle se puso muy contenta, y antes de partir, el rey de las áspides dijo a sus hijos:
– Al volver, tenéis que llamarme para que salga a buscaros. Debéis decir lo siguiente: «áspid, áspid, si estás vivo, espuma de leche; si estás muerto, espuma de sangre». Si estoy vivo, saldré del agua a buscaros. Pero si estoy muerto, el agua se teñirá de rojo… Por favor, no contéis nunca este secreto a nadie. Es muy importante que nadie lo sepa.
Sus cuatro hijos prometieron obedecer y guardar el secreto, y partieron felices junto a su madre a su antiguo hogar. Allí pudieron conocer a sus abuelos y a los hermanos de su madre. Todos se pusieron muy contentos al volver a ver a Egle y conocer a sus hijos.
– Pero solo podemos estar un mes- les advirtió Egle- Después, regresaremos a casa…
Los hermanos de la reina de las áspides
La joven les contó cómo era su hogar bajo el agua y todo lo que había vivido hasta entonces. Sus hermanos no querían perderla de nuevo, así que pensaron que la única forma de retenerla allí era matando a su marido. Pero, ¿cómo podrían dar con él? El lago era muy grande y había muchas áspides… ¡Todas parecían iguales!
Preguntaron a sus sobrinos cómo hacer para que su padre saliera del agua. Los tres chicos no quisieron contar nada, pero la niña, algo más asustadiza, al final confesó todo ante la insistencia y los gritos de sus tíos. Los hermanos de la reina de las áspides buscaron unas guadañas y fueron hasta la orilla del lago. Al llegar, dijeron:
– «Áspid, áspid, si estás vivo, espuma de leche; si estás muerto, espuma de sangre»…
Y el rey de las áspides salió del agua. Los hermanos de Egle aprovecharon para cortar en dos a la víbora, y regresaron como si nada a su casa.
Pasó rápido un mes, y Egle, reina de las áspides, recogió todo para regresar junto a su marido al lago. Al llegar a la orilla, su hijo mayor repitió las palabras que le enseñó su padre:
– «Áspid, áspid, si estás vivo, espuma de leche; si estás muerto, espuma de sangre».
Entonces, el agua se agitó con violencia y se tiñó de rojo, para espanto de la mujer y sus hijos. Una voz salió de las profundidades del lago y dijo:
– Tus hermanos me mataron con una guadaña… Nuestra hija les contó nuestro secreto…
Egle, muerta de dolor, dijo:
– Tú has muerto, pero nosotros no regresaremos… Nos convertiremos en árboles para estar cerca del lago para siempre. Nuestros tres hijos, Roble, Fresno y Álamo, que han sabido guardar tu secreto, serán árboles fuertes y robustos… Nuestra hija, Álamo temblón, será un árbol quebradizo y sensible al viento. Y yo, me convertiré en abeto.
Y así fue cómo crecieron cinco nuevos árboles junto al lago… cuatro de ellos fuertes y muy altos y uno de ellos endeble y temblón.
Qué temas podemos trabajar con la historia de Egle, reina de las áspides
Utiliza esta curiosa leyenda europea de ‘Egle, reina de las áspides’, sobre el origen de cinco importantes árboles, para reflexionar también acerca de:
- Por qué debemos guardar un secreto.
- La importancia de cumplir una promesa.
- Las consecuencias del miedo.
Reflexiones sobre la leyenda de Egle, reina de las áspides
Esta original leyenda lituana sobre el origen de cinco árboles europeos, ‘Egle, reina de las áspides’, está también repleta de otras reflexiones, relacionadas con las promesas, el sacrificio, y las consecuencias de sucumbir al miedo:
- La simbología de la víbora: En esta leyenda de ‘Egle, reina de las áspides’, nada es casual. Tanto el animal escogido al principio en esta extraña historia, como los árboles en los que se transforman la mujer y sus hijos, tienen un significado. Así, el áspid es una víbora de esta zona de Europa central y meridional. Es una serpiente muy venenosa, y muy inteligente. Una víbora que nos recuerda que las apariencias engañan. Parece peligrosa y sin embargo, en esta leyenda, resulta ser un apuesto rey, con fuertes valores, y tener una apariencia bajo el agua muy diferente a la que las personas ven en la tierra.
- El miedo delator: En ‘Egle, reina de las áspides’, la hija, Álamo temblón, sucumbió al miedo que despertaban en ella sus tíos. Finalmente, no pudo guardar la promesa que hizo a su padre y desveló el secreto que sus hermanos habían logrado guardar. Este miedo que llevó a la niña a desvelar el secreto, tuvo terribles consecuencias. Su padre murió y todos ellos se convirtieron en árboles. Esto nos recuerda lo importante que es respetar ciertas normas, obedecer y cumplir una promesa, respetar un secreto, y mantener la cabeza fría ante el miedo y las emociones que nos pueden llevar a traicionar y herir a los que más queremos.
«Romper una promesa equivale a una traición, y las consecuencias pueden terribles y hacer mucho daño a aquellos que queremos»
(Reflexiones sobre esta original leyenda lituana)
Una reflexión más sobre esta leyenda lituana
- Los cinco árboles: Tanto Egle como sus hijos se transforman al final en árboles, así como sucedía en las ‘Metamorfosis’ de Ovidio cuando los dioses querían ‘castigar’ algún defecto humano o bien perpetuar por amor a alguien. En esta ocasión, tanto Egle como sus hijos se transforman en árboles como ‘autocastigo’ por lo que los hermanos de la joven habían hecho con el rey de las áspides.
Los tres hijos se transformaron en árboles fuertes y altos, capaces de vivir muchos años y aguantar una climatología adversa: el roble, el fresno y el álamo. La hermana, sin embargo, que no supo guardar la promesa de su padre, se transformó en un árbol débil, muy sensible a las rachas de viento, un árbol que tiembla constantemente: el álamo o chopo temblón. Se le llama así porque los largos tallos de sus hojas hacen que éstas se muevan constantemente con el viento. Egle se convirtió en abeto, un árbol muy característico de esta zona de Europa, también fuerte y de gran altura.
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