La primera advertencia es que este cuento no es para niños. ‘Sol, Luna y Talía’ es la cruel historia que dio origen después a La Bella Durmiente. Pero este es un relato de Giambattista Basile, del siglo XVII, un cuento para adultos que luego versionaron para niños los hermanos Grimm. Esta historia, recogida de la tradición oral, habla de destinos, celos y venganza. Pero incluye aspectos no aptos para niños.
TIEMPO DE LECTURA: 6 MINUTOS
El cuento para adultos de la Bella Durmiente: Sol, Luna y Talía
Cuentan que hace mucho un poderoso rey tuvo una hija y ordenó a todos los magos y astrónomos del lugar que leyeran su destino escrito en las estrellas. Entonces le advirtieron de algo que vieron en su carta astral, un peligro relacionado con el lino.
El padre, asustado, prohibió esa planta en todo el reino, seguro de que así libraría a su hija del fatal destino. Pero cuando la hija ya se convirtió en una hermosa joven, vio un día por la ventana a una hilandera que venía de otro pueblo y, llena de curiosidad, se acercó a ella para ver qué hacía.
Al intentar utilizar la rueda, se pinchó con una astilla de lino, justo por debajo de una uña, y cayó al suelo como muerta. La hilandera, asustada, salió corriendo, y el padre, al verla, pensó que la triste profecía se había cumplido.
Roto de dolor, llevó el cuerpo de su hija a una casa de campo que tenía, y la dejó sobre un trono cubierto por lujosas telas de seda. Se fue de allí pensando que era una despedida, pero unas hadas se encargaron de velar por ella.
Sol, Luna y Talía: La visita del joven rey
Al cabo de unos años, pasaba por allí un rey muy joven al que se le escapó su halcón mientras cazaba. El ave se coló por la ventana de la casa donde se encontraba Talía. El rey entró pensando que no había nadie, y al encontrarse allí a la joven, tan hermosa, y con las mejillas sonrosadas, sintió un repentino amor por ella. Pensó que la joven sufría algún hechizo, porque no conseguía que se despertara, y la llevó hasta su cama con dosel, y al verla allí, no pudo retener su pasión.
Al cabo de nueve meses, Talía tuvo dos hijos, una niña y un niño. Las hadas les colocaban amorosamente sobre sus pechos para que pudieran alimentarse. Pero uno de los bebés, succionó el dedo de Talía en donde tenían clavada la astilla, pensando que era el pecho, y la astilla de lino salió, despertando la joven de su largo sueño. Las hadas le contaron quiénes eran sus hijos.
El rey, por cierto, no había podido dejar de pensar en ella, y constantemente buscaba la forma de eludir a su mujer para volver a verla. Consignó hacerlo un día y al ver a la joven despierta y con los dos niños, llamados Sol y Luna, sintió más amor aún por ella, y comenzó a visitarla con más frecuencia.
Su mujer, que era muy celosa y tenía un corazón malvado, empezó a sospechar. Ordenó entonces a su secretario que le siguiera un día y le contara todo lo que veía. Y así es como la malvada mujer se enteró de la existencia de Talía, Sol y Luna.
La venganza de la mujer despechada
Muerta de envidia, la mujer ordenó al secretario que fuera en busca de los niños, y cuando llegaron al castillo, mandó al cocinero que los guisara para la cena. Pero el hombre, que era bondadoso, escondió a los pequeños en su propia casa con su mujer y cocinó dos corderos.
La malvada reina se reía al ver cenar a su marido.
– Qué rico está todo hoy- dijo el rey.
– Claro, porque te estás comiendo los que es tuyo- dijo entonces la malvada reina entre risas.
El hombre le preguntó que a qué se refería, y al contarle que eran sus propios hijos, se sintió morir allí mismo, y bajó al pueblo en busca de consuelo.
Pero la mujer seguía sintiendo celos y ordenó entonces al secretario que trajera a Talía a su presencia. Ella pensó que era el rey quien quería verla, y accedió a ir al castillo. Pero entonces se encontró a su enemiga:
– Vas a pagar por todo lo que me has hecho- le dijo con furia la reina.
Y le señaló unas brasas donde pensaba arrojaría. Pero justo en ese momento, llegó el rey.
– ¡Detente!, ¿qué vas a hacer? – le dijo el rey.
Y en el forcejeo, la reina cayó a las brasas.
– Así pagarás todo el mal que hiciste a mis hijos- dijo apenado el rey.
Entonces ordenó ajusticiar también a los cómplices de la reina: el secretario y el cocinero. Pero este último, le suplicó al rey diciendo:
– No me importaría pagar un mal hecho, pero Majestad, yo escondí a vuestros hijos para protegerlos de su malvada esposa y le hice creer que les había cocinado. En realidad eran corderos.
– ¿Es eso cierto? – dijo el rey emocionado.
Entonces el cocinero fue a buscar a los niños, y el rey al fin pudo ser feliz. Se casó con Talía y pudo criar a sus hijos. Al cocinero en agradecimiento, lo nombró capellán. Y todos vivieron muchos años.
Reflexiones sobre el cuento para adultos de Sol, Luna y Talía
Como habrás comprobado, este cuento de ‘Sol, luna y Talía’ no es para niños, entre otras cosas porque trata desde el tema del abuso hasta el de la infidelidad. Pero también estos otros:
- El terrible sentimiento de celos: La mujer del joven rey sentía que su marido no le amaba y esto generó en ella desconfianza y sobre todo, un sentimiento de celos que le llevó al odio. El odio lleva a la ira y eso le llevó a su vez a ser despiadada también con los inocentes.
- De los celos a la venganza: La reina se sintió humillada y traicionada. Al fin y al cabo, su marido le engañaba, quería a otra mujer más que a ella. Por ese motivo fue alimentando un sentimiento de deseos de venganza. Quería castigarlo a él, arrebatándole lo que sabía que más quería.
- Abuso que deriva en amor: La parte más contradictoria de esta increíble historia de ‘Sol, luna y Talía’ es intentar comprender cómo la joven Talía, víctima de un abuso, termina enamorándose de su ‘abusador’. Esto es porque en ese momento ella no fue consciente de ese abuso, ya que estaba profundamente dormida. Y porque la magia que residía en sus hijos, hizo que sus ojos miraran al joven rey de otra manera.
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- Una historia de amor romántico con Leoncio: Este es un relato de amor entre dos personas ya mayores, en plena pandemia del coronavirus. ¡Te encantará!
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