Este cuento popular español, ‘Las bromas de Juan el Chinche’, sirve para que los niños se den cuenta de que las bromas deben tener un límite y parar si sirven para disgusto de otros. Un divertido cuento infantil que el escritor y poeta Gerardo Manrique de Lara rescató de la tradición oral. Aquí encontrarás una adaptación de este cuento.
TIEMPO DE LECTURA: 5 MINUTOS
El cuento infantil Las bromas de Juan el Chinche
Juan era un niño muy listo, pero muy, muy travieso. Le encantaba hacer bromas a los demás, dentro y fuera del colegio. Era un terremoto y todos le temían: profesores, niños, madres, abuelas y nodrizas. Tal es así, que todos le conocían como Juan el Chinche.
Sus compañeros de clase temían sus argucias, porque eran las principales víctimas del posterior enfado de Don Federico, el profesor, quien no dudaba en hacer pagar ‘a justos por pecadores’ cada vez que Juan el Chinche interrumpía con sus travesuras la clase.
En los parques, madres, abuelas y nodrizas salían disparadas al verle llegar. Y es que Juan el Chinche era un ‘mago del tirachinas’, y experto absoluto en el lanzamiento de pelotitas de papel.
Y claro, como se pasaba el día haciendo de rabiar a otros, apenas le quedaba tiempo para estudiar. Así que el día que Federico se puso a pasar la lección de Lengua, ya estaba Juan tramando alguna de las suyas.
– Todos en pie en dos filas- dijo con su voz grave Don Federico.
Todos los alumnos obedecieron, y Juan, que por supuesto, no se sabía la lección, se colocó en la fila de atrás.
La accidentada clase de Lengua por culpa de Juan el chinche
Comenzó a recitar las normas de ortografía el primer niño:
– Se escriben con ‘be’ los verbos terminados en ‘bir’, excepto ‘servir’, ‘hervir’ y ‘vivir’- dijo Pablete con su voz cantarina.
Pero de pronto, sintió un picotazo en toda la pantorrilla.
– ¡Ay!- chilló al tiempo que se tocaba la pierna- ¡Me ha picado un bicho!- protestó.
– ¡Silencio!- gritó algo enfadado Don Federico- ¡Sigamos la lección!
El segundo niño dijo entonces:
– Las palabras agudas llevan tilde si acaban en ‘n, ‘s’ o vocal’… ¡Ayyyy!- gritó el pobre Fabián al tiempo que se llevaba la mano al muslo- ¡Me ha picado una avispa!
– ¡Basta ya de tonterías!- gritó aún más enfadado Don Federico.
Y a pesar del revuelo generado, el tercer alumno intentó seguir con la clase, pero justo cuando iba a empezar con la norma de las palabras que acaban en ‘uve’, sintió un terrible picotazo en el tobillo.
– ¡Ay, ay, ay! Profesor, ¡que me ha picado un bicho enorme!
– ¡No puede ser con vosotros! ¡Así no se puede dar la lección!
Y Don Federico decidió detener la clase y pasar directamente al recreo, con el consiguiente negativo para cada uno de sus alumnos.
Todos sabían quién había sido, claro, pero ninguno se atrevía nunca a delatar a Juan el Chinche. Ahí estaba en su pupitre, sonriente. Se fijaron en que se había pegado a la punta del zapato un alfiler muy fino. ¡Por eso sentían todos un pinchazo! Así, Juan se aseguró de que no llegara su turno, porque no se sabía la lección.
Sus compañeros se cansan de tantas bromas
– ¡Recórcholis!- dijo uno de los compañeros de Juan- ¡Siempre pagamos nosotros los platos rotos!
– Se merece una buena lección- dijo otro de los alumnos.
Y así, durante aquel recreo, los chicos tramaron un astuto plan para dar un escarmiento a Juan.
Al día siguiente, Juan llegó algo dolorido a la clase. Eso sí, con su uniforme impoluto: el pantalón gris corto, la camiseta blanca y una gorra que todos llevaban calada hasta las orejas.
– Vaya, Juan, ¡qué mala cara tienes hoy! ¿Y qué le pasa a tu cabeza? ¡La tienes hinchada!- dijo uno de sus compañeros al verle.
Lo cierto es que a Juan le dolía mucho la cabeza, y empezó a asustarse.
– Siento como si me fuera a estallar la cabeza…
– Pues mira a ver que no sea verdad, porque la tienes bastante grande hoy. Como explote, nos vas a poner todo perdido…
Juan estaba realmente angustiado. Sentía cómo su cabeza crecía a cada instante, y se puso a llorar. Don Federico se extraño:
– Pero Juan, ¿qué te pasa?
– ¡Mi cabeza! ¡Me va a estallar!
– Bueno, te llevaré al médico del cole.
Y el médico del colegio, después de mirar bien a Juan el Chinche, no encontró nada raro.
– Yo creo que no tienes nada…
– ¡Pero me duele mucho la cabeza!
– Ya… bueno, te mandaremos para casa a ver si se te pasa.
Juan el Chinche se fue a su casa y por el camino le parecía que todo el mundo señalaba su cabeza, porque no dejaba de sentir que era grande, muy grande… Su madre, alertada, decidió llamar a don Ramón, el médico de cabecera. Era un hombre mayor y con mucha experiencia, y conocía muy bien a Juan desde que era muy pequeño.
La lección a Juan el Chinche
– A ver, ¿qué te pasa?- le dijo Don Ramón.
– Mi cabeza, va a explotar. Es gigante y me duele mucho.
Don Ramón retiró entonces la gorra, analizó la cabeza del niño y vio que estaba todo en orden. Después, tomó la gorra y la miró por dentro.
– Ya veo- dijo misterioso el doctor– Creo que ya tenemos la causa de tu problema.
– ¿Y qué es? ¿Voy a morirme?- preguntó Juan el Chinche aterrado.
– ¡Ja, ja, ja! Qué va, muchachote, no es nada de eso.
Entonces, Don Ramón le enseñó la gorra. Alguien había cosido un nuevo fondo con una tela, achicando el espacio que tenía para la cabeza.
– Creo que alguien ha querido gastarte una broma…
Juan el Chinche se dio cuenta al fin de lo mal que se pasa cuando te gastan bromas pesadas. Y desde entonces, decidió ser algo más comedido con sus ‘grandiosas ideas’.
Escucha narrado el cuento de Juan el chinche
¿Te gustó el cuento? También puedes escucharlo narrado mediante un podcast. Búscalo en el canal de cuentos infantiles de Tucuentofavorito.com en Spotify o bien usa este reproductor de Ivoox:
Qué temas puedes trabajar con el cuento de Juan el Chinche
Utiliza este divertido cuento infantil para reflexionar acerca de:
- Las bromas pesadas.
- El valor de la empatía.
- El ingenio a la hora de resolver problemas.
Reflexiones sobre el cuento de Juan el Chinche
Está claro que uno puede hacer bromas, siempre y cuando no hagan daño. Es decir, que no ocasione problemas a otros. Es algo que aprendió (aunque le costó un poco) el protagonista de este fantástico cuento:
- Las bromas tienen un límite: A todos nos gusta reír y divertirnos. Pero cuando son otros los que se divierten a nuestra costa, las cosas cambian. Todo tiene un límite, y está en el daño que podemos hacer a los demás. Y Juan el Chinche se dio cuenta al sufrir en ‘sus propias carnes’ la angustia que puede generar una pesada broma. Sus compañeros, hartos de sufrir siempre las consecuencias de sus travesuras, decidieron darle una buena lección. Y la verdad es que lo hicieron con mucho ingenio.
- La inteligencia, nuestra mejor defensa: Ante una situación molesta (en este caso, por las constantes burlas y travesuras de Juan), nada mejor como un buen ataque, utilizando con ingenio las mismas armas que usa nuestro adversario. Los compañeros de Juan pensaron que la mejor forma de defenderse de sus travesuras era usando a su vez una de sus trastadas para que él se diera cuenta del daño que pueden hacer.
Así es como idearon una situación bastante cómica para el resto y muy desagradable para la víctima (en este caso, Juan el Chinche). Aprovechando el momento del recreo, cosieron un doble fondo en su gorra de colegio, achicando el espacio para la cabeza. Al notar la gorra más apretada, Juan pensó que le había crecido la cabeza. Después comenzó el dolor, y su angustia aumentó.
«Las bromas dejan de ser divertidas cuando hacen daño a otros»
— Reflexiones sobre el cuento Juan el Chinche
- No hagas a otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti: Esta es la sabia lección que podemos sacar de este divertido cuento para niños, y que nuestro protagonista, Juan el Chinche, consiguió sacar de esa desagradable situación. Él lo pasó realmente mal, y gracias a la empatía, se dio cuenta de que sus compañeros también lo pasaban mal cuando él se burlaba de ellos o ideaba alguna de sus terribles trastadas. Por eso decidió dejar de hacer tantas travesuras.
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Y si quieres algún ejemplo concreto:
- Doña Carmen: Este cuento es ideal para los niños más pequeños, y además incluye un reproductor de audio para escuchar el cuento narrado. Genial para jugar con las onomatopeyas.
- Don Quijote y los molinos de viento: Todo un clásico de las letras, y un capítulo realmente disparatado, muy cómico, en el que Don Quijote confunde unos molinos con enormes gigantes.
- El zapatero y las brujas: Aquí tienes una divertida obra de teatro infantil, pensada para los niños más pequeños, y la mar de divertida, con la que podrás jugar a interpretar y poner diferentes voces.
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