El pino. Un cuento de Navidad de Hans Christian Andersen

Este cuento navideño, ‘El pino’, también se conoce como ‘El abeto’. Es de Hans Christian Andersen, y el escritor danés lo escribió bajo encargo de una condesa, llamada Wilhelmine de Holsteinborg, quien popularizó el uso de este árbol durante la Navidad. El cuento nos habla de la necesidad de aprovechar cada uno de nuestros minutos, porque la vida pasa muy rápido y no vuelve. ¡Aquí lo tienes!

TIEMPO DE LECTURA: 11 MINUTOS

El cuento navideño ‘El pino’, de Hans Christian Andersen

El pino, cuento de Navidad de Hans Christian Andersen
‘El pino’, un cuento de Navidad de Hans Christian Andersen

Existió una vez un pino en medio de un bosque. Estaba en un lugar perfecto, lleno de luz y sol. Además, estaba rodeado de más pinos y algún abeto. Pero él deseaba crecer con rapidez. Quería ser alto, muy alto, el más alto de todos los árboles.

Así que el pino no prestaba ninguna atención al suave roce del viento, el calor del sol sobre sus hojas o las cristalinas risas de los niños cuando jugaban junto a él.

– ¡Mira qué árbol tan lindo!- decían a veces los niños.

Pero a él no le gustaba. Pasó un año y el pino dio un estirón, y otro más… pero él seguía soñando con ser más alto para poder vislumbrar toda la colina por encima de los demás árboles.

– ¡Y los pájaros harán sus nidos entre mis ramas!- pensaba ilusionado el árbol, sin percatarse del hermoso color de las nubes rosadas que pasaban sobre él, o los graciosos brincos que daban los conejos alrededor de su tronco en invierno, cuando la nieve lo cubría todo. Él solo pensaba en crecer más y más. En hacerse alto y mayor.

«Él solo pensaba en crecer más y más. En hacerse alto y mayor»

(‘El pino’)

Las estaciones y los pensamientos del pino

En otoño, los leñadores llegaban con sus hachas y cortaban alguno de los árboles más grandes. Después los despojaban de sus ramas y los dejaban delgaditos y desnudos…

– ¿A dónde se los llevarán?- se preguntaba asustado el pino.

En primavera, las golondrinas y las cigüeñas regresaron y el pino les preguntó:

– ¿Sabéis a dónde se llevan los pinos que cortan en otoño?

Una de las cigüeñas respondió:

– Yo vi unos veleros surcando el mar y sus palos mayores eran robustos troncos de pino.

– ¡Oh, me encantaría viajar por el mar!- dijo entonces el pino.

– ¡Alégrate de tu juventud!- insistieron los rayos de sol, ante la terquedad e insistencia del pino por hacerse mayor.

En Navidad, los leñadores cortaron otros árboles, pero esta vez no eran mayores, sino jóvenes. Y dejaron intactas todas sus ramas.

– ¿A dónde se los llevarán?- se preguntó el pino.

– ¡Yo lo sé!- respondió entonces un gorrión– ¡Los llevan a sus casas! Los vi por las ventanas. En medio del salón, decorados con hermosos y brillantes colores, manzanas, pasteles…

– ¿Y luego, qué hacen con ellos?

– No lo sé, eso no lo vi, pero son realmente hermosos…- insistió el gorrión.

– Ojalá pudiera yo seguir ese camino- pensó el pino.

La primera Navidad del pino

El pino de Navidad
Cuento ‘El pino’

Y siguió creciendo, tal y como deseaba, sin pararse a disfrutar del viento, el sol o las estrellas. Y la siguiente Navidad, estaba tan verde y hermoso, que fue el primero que los leñadores derribaron. Dolorido, el pino cayó sobre la nieve. Le colocaron sobre una carreta, mientras pensaba asustado que jamás regresaría a su casa, ni vería más las hierbas y flores que crecían sobre sus raíces.

Pronto un hombre lo llevó hasta el interior de una casa. Y lo dejó en una habitación repleta de retratos. Había jarrones chinos y una chimenea decorada con azulejos. El árbol lo introdujeron sobre un barril de arena. Sirvientes y muchachas comenzaron a adornar sus ramas, con bolsitas de papel de colores llenas de dulces, manzanas doradas y nueces. También algunas velas. Y en lo más alto, una enorme estrella dorada de hojalata.

«Y siguió creciendo, tal y como deseaba, sin pararse a disfrutar del viento, el sol o las estrellas».

(‘El pino’)

Realmente era un pino magnífico. Nunca se había visto nada igual. Y el árbol, algo asustado, pensaba en lo que pasaría más tarde. ¿Encenderían las velas? ¿Llegarían los gorriones a admirarle por la ventana? ¿Dejarían que echara raíces allí mismo para permanecer el resto de estaciones?

Por la noche, encendieron las velas, pero una de ellas le quemó una rama. Apagaron el fuego con rapidez, pero aquello le dolió de veras. El pino no se atrevía a mover ni una rama, por si se caía algún adorno.

Los niños y los regalos

De pronto unas puertas se abrieron y comenzaron a correr hacia él un tropel de niños. Le admiraron solo un rato. Bailaron alrededor del pino y después se abalanzaron sobre él y comenzaron a arrancar los regalos de sus ramas.

– ¿Pero qué es esto? ¿Qué va a pasar?- se preguntaba asustado el pino.

Los niños hacían crujir sus ramas, las movían sin ningún cuidado. Luego comenzaron a bailar de nuevo ya con sus regalos alrededor del árbol, y ya nadie reparaba en él. Solo una nodriza, que rebuscaba entre sus ramas por si quedaba alguna manzana.

Un hombrecillo gordo se sentó junto a él y contó cuentos a los niños, mientras el pino pensaba en cómo lo decorarían al día siguiente.

Pero al día siguiente, un criado y una sirvienta entraron en la habitación y se llevaron al pino al desván. Lo tiraron en un rincón oscuro.

– ¿Por qué me dejan aquí? ¿Qué haré en este sitio?- pensaba el pino.

Y así pasaron los días y las noches, sin que nadie subiera, nada más que para amontonar alguna caja junto a él. Parecía que lo habían olvidado totalmente.

– ¡Qué alegre era estar en el bosque, rodeado de pequeños conejos!- pensaba el pino, sin perder la esperanza de que llegada la primavera, lo sacaran de allí para plantarlo de nuevo.

Los pequeños ratones

Un día, un par de ratones salieron de un agujero en el desván.

– Vaya, un viejo pino- dijo uno de ellos.

– ¡Yo no soy viejo!- protestó el árbol- Soy joven, aunque dejé de crecer.

Los ratones le preguntaron qué hacía allí y el pino les contó toda su historia.

– Debías ser muy feliz en el bosque, viejo pino… qué de cosas interesantes te pasaron.

– ¡Que no soy viejo!

Los ratones trajeron a más ratoncitos y cada día unos cuantos escuchaban embelesados las historias del pino.

– Pues sí que eran tiempos felices- pensaba el árbol…

Al final, con el tiempo, los ratones dejaron de acudir al desván, y el pino les echó en seguida de menos.

– Era agradable contar historias a aquellos ratoncitos– pensaba.

Un buen día, unos hombres entraron al desván. Comenzaron a remover las cajas y sacaron con brusquedad al árbol de allí, dejándolo en las escaleras, donde brillaba la luz del día.

– ¡La vida comienza de nuevo para mí!- gritaba eufórico el pino, dichoso de sentir de nuevo la brisa del aire.

Estaba tan feliz, que se olvidó de sí mismo. ¡Había tantas cosas que ver!

El pino y su final

Ya en el patio, olió el aroma de las rosas, y admiró las jardineras repletas de flores. Los gorriones volaban por el cielo azul.

– ¡Esto sí es vida!- repetía el pino.

Sin embargo, sus ramas estaban amarillentas y terminó tirado a un lado del camino, junto a las ortigas y las malas hierbas.

En lo más alto, aún conservaba la estrella de hojalata. En el patio jugaban algunos de los niños que habían danzado en Navidad a su alrededor. Uno de ellos corrió hacia él y le arrebató la estrella dorada.

– ¡Mirad lo que quedaba en el feo árbol de Navidad!- gritaba mientras pisoteaba las ramas del árbol.

El árbol miró la belleza de las flores y luego su espantoso y triste cuerpo. Recordó la dicha de vivir en el bosque y la felicidad que sintió la noche de Navidad. También se acordó de los ratoncitos que escuchaban atentos sus historias…

– ¡Todo ha terminado!- se dijo el pino- ¡Lástima que no aprovechara los días de juventud! ¡Ahora se fueron para siempre!

Y vino un sirviente que hizo añicos al pino, lo cortó en pequeños pedazos y los usó para hacer un fuego bajo una enorme olla de cobre. Y el árbol gimió tan alto que cada grito parecía un disparo. Al oírlo, los niños acudieron junto a él y se sentaron ensimismados. Y mientras miraban las llamas gritaban…

– ¡Paf! ¡Paf!

Y en cada explosión el pino recordaba algún hermoso momento vivido en el bosque, y hasta el cuento que escuchó el día de Navidad. Cuando terminó de recordarlo todo, ya se había consumido por entero.

Los niños seguían jugando en el patio. El más pequeño, llevaba prendido al pecho la estrella dorada del pipo. Pero todo se había acabado ya. Igual que este cuento.

«¡Lástima que no aprovechara los días de juventud! ¡Ahora se fueron para siempre!»

(‘El pino’)

Qué temas puedes trabajar con el cuento ‘El pino’

Utiliza este genial cuento navideño de Hans Christian Andersen para reflexionar acerca de:

  • El egocentrismo.
  • La vanidad y la soberbia.
  • Por qué debemos aprovechar cada etapa de nuestra vida.
  • La frustración por aquello que deseamos y no tenemos.

Reflexiones sobre el cuento ‘El pino’

Muchas veces vivimos ‘sin vivir’. No apreciamos cada una de las cosas que tenemos. Solo nos damos cuenta de lo que valían cuando las perdemos…

  • No vivas ‘deprisa’: Saborea cada minuto lentamente, porque no volverá. Es lo que parece decirnos este hermoso cuentos sobre un árbol que solo pensaba en el futuro, sin aprovechar las bondades del presente. Solo cuando perdió lo que tenía, se dio cuenta de lo poco que aprovechó sus días felices.
  • La vanidad que nos ciega: El pino protagonista de nuestra historia solo pensaba en ser el mejor, el más alto, en alcanzar la mayor gloria. Sus aspiraciones eran tan grandes que todo a su alrededor le parecía demasiado simple.

«Hay oportunidades que nunca vuelven y se pierden para siempre.»

— (Reflexiones sobre ‘El pino’)

Y a pesar de encontrarse en un lugar privilegiado y de tener una vida maravillosa, solo pensaba en tener más y mejor. Su vanidad le llevó a menospreciar los pequeños placeres de la vida. El susurro del viento, la calidez de los rayos de sol, la risa de los niños. Hasta llegó a menospreciar las alabanzas de los pequeños. Ese ‘desprecio’ por la vida que tenía le llevó a desaprovecharla de tal manera que solo cuando la perdió se dio cuenta del terrible error cometido. Sin embargo, hay oportunidades que nunca vuelven y se pierden para siempre.

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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