Esta fábula china corta, ‘El vendedor de lanzas y escudos’, encierra un mensaje muy claro destinado a los clásicos ‘fanfarrones’ a los que les gusta presumir de todo lo que son capaces de hacer o de todo aquello que tienen. No es bueno presumir o intentar ‘quedar como el mejor’ delante de otros, porque no hay nadie perfecto y sí suficientes personas perspicaces para darse cuenta del ‘defecto’ o carencia del que tanto presume. Aquí tienes la fábula y más adelante, las reflexiones sobre su moraleja.
TIEMPO DE LECTURA: 1 MINUTO
La increíble fábula china «El vendedor de lanzas y escudos», sobre la prepotencia
Existió hace mucho tiempo, en el reino de Chu, un hombre que vendía escudos y lanzas. Lo cierto es que eran muy buenos, pero él se jactaba en exceso de las cualidades de sus productos, hasta llegar a exagerar demasiado.
Un día, acudió un vendedor muy inteligente y preguntó por un escudo y una lanza:
– ¡Llegaste al lugar indicado! No hay en todo el planeta escudos y lanzas como los míos- presumía el vendedor- Mis escudos son tan duros, que ninguna lanza puede penetrar en ellos. Y mis lanzas son tan fuertes que atraviesan cualquier escudo…
El joven comprador se quedó pensando, y después preguntó:
– ¿Entonces, si una de tus lanzas choca contra uno de tus escudos, qué pasa?
El vendedor se quedó mudo y el joven se dio media vuelta y salió de la tienda.
Moraleja: «No presumas en exceso o perderás credibilidad»
(‘El vendedor de lanzas y escudos’ – Fábula china)
Qué puedes trabajar con la fábula corta «El vendedor de lanzas y escudos»
Con esta fábula china, ‘El vendedor de lanzas y escudos’, puedes reflexionar acerca de:
- La vanidad que nos hace mentir.
- Cómo evitar la prepotencia.
- La credibilidad y la confianza de los demás.
Reflexiones sobre esta fábula china, ‘El vendedor de lanzas y escudos’
Está claro que la vanidad no es buena compañera. Al final, nos hace mentir o exagerar tanto, que terminamos perdiendo la confianza de los demás.
- El vanidoso se queda solo: Tal vez esta pérdida de confianza de los demás es lo que hace que al final el vanidoso y prepotente termine quedándose solo, sin amigos. Las únicas personas que rodean a un vanidoso son aquellos interesados en conseguir algo a cambio. Y es que la vanidad y la prepotencia conlleva la exageración y a menudo, la mentira. Los demás terminan alejándose porque dejan de creer en lo que dicen.
- El antídoto, la humildad: La única forma de evitar rozar ‘el ridículo’, tal y cómo le pasó al protagonista de esta historia, es la humildad. Si el vendedor de escudos y lanzas hubiera sido humilde, seguramente el joven que llegó a su tienda hubiera valorado el material de sus productos, ya que verdaderamente eran buenos. Pero esa falta de humildad es lo que hizo que finalmente no confiara en ellos.
«La humildad muchas veces nos evita hacer el ridículo.»
— (Reflexiones sobre ‘El vendedor de lanzas y escudos’)
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¿Sabías que también puedes escuchar un gran número de fábulas como esta narradas? Las encontrarás aquí, en el canal de podcast de Tucuentofavorito.com:
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