‘El ave rara’ es una fábula infantil escrita por Elena Busse. El libro editado tiene unas bellas ilustraciones de Ekaterina Ilchenko. Se trata de una historia que nos recuerda al clásico cuento del Patito feo, pero en este caso, el protagonista es un ave y la narrativa del cuento está en una original forma de rima consonante.
Es una manera de hablar además con los niños de valores como el de la tolerancia y de la importancia de labrar una autoestima fuerte. Elena ha compartido con nosotros esta preciosa fábula que también puedes encontrar a la venta con todas las ilustraciones en Amazon.
Una fábula con valores: El ave rara
Ligeramente un huevo tembló y entonces se agrietó en un instante.
Se asomó un pollito y se fijó en todo lo que había delante.
Tambaleándose caminaba, echando un vistazo alrededor,
y tímidamente admiraba un mundo verde y encantador.
Vio a los pájaros cantando, dando unos brincos graciosos;
se paró y sonrió pensando que sí que eran muy vistosos.
Movió sus plumas un poquito y, con ojos muy emocionados,
se les acercó despacito a los pájaros asombrados.
– Pero ¡qué rara esta cría! – los pájaros se extrañaron
y, rompiendo su armonía, así todos se quejaron.
– ¿Alguien sabe de dónde vino?
– se preguntaron unos a otros.
– No pertenece aquí este albino.
– Así es, no es uno de nosotros.
– ¡Puaj! Es un bicho extraño y ajeno
con ojos distintos y oscuros.
– ¡Nunca va a traer nada bueno!
– recibía reproches duros.
– ¿Es un copo de nieve o me equivoco?
– se burlaron de su aspecto tan blanco.
El pollito reflexionó un poco y se atrevió a oponerse y ser franco.
– Si yo soy raro, me da igual – les contestó con malos modos-
¡Soy como soy y nací tal cual y vosotros sois tontos todos!
No hacía falta decirles más. El pollito ya dijo bastante,
pues se volvió y se fue en un pis pas, sin saber qué esperar por delante.
El ave rara conoce al bondadoso conejo
El bosque parecía fascinante, repleto de sonidos y colores,
y al filtrarse un rayo de luz brillante, reflejaba lo bello de las flores.
Por un prado de hierba gruesa un conejo empezó a acercarse.
Miró al pollito con sorpresa y no paraba de asombrarse.
De repente, se oyó algo a lo lejos.
«Parecen gritos eso que he oído.
¿Pueden gritar los animalejos?»,
se preguntó el pollito aturdido.
– ¡Ven a mi madriguera ahora!
– el conejo habló ronroneando-.
¡No debes estar fuera a esta hora!
¡Esos gritos siguen aumentando!
Mientras unos zorros cazaban fieramente y con ambición,
bajo tierra ambos se quedaban guardando total discreción.
– ¡Conejo, eres muy bondadoso! ¡Te agradezco el favor muchísimo!
– tras ese momento peligroso, le dijo el pollito contentísimo.
Pero por buen día que tuviera, todavía se preocupaba,
porque no era como otro cualquiera y creía que algo le faltaba.
– Oye, soy un bicho raro, ¿lo sabes? – continuó con algo de rencor-.
Y no les gusté a las demás aves; vieron nada más que mi color.
Miró sus ojos atentamente y entonces respondió con ternura:
– Entiendo que seas diferente, mas no toda ave estará a tu altura.
La cría sonrió con timidez, sin conocer su incierto destino.
– ¡Conejo, espero verte otra vez! – se despidió y siguió su camino.
Llevaba unos días viviendo en este bosque fascinante
y despacito iba creciendo bajo el cálido sol brillante.
Por árboles de copa gruesa un mono comenzó a acercarse.
Miró al pollito con sorpresa y no paraba de asombrarse.
El ave rara conoce al mono
De repente, se oyó algo a lo lejos.
«Serán gruñidos lo que he notado…
¿Es que gruñen los animalejos?»,
pensó el pollito un poco asustado.
– ¡Trepa al árbol conmigo ahora!
– el mono le aconsejó chillando- .
¡No vayas por el suelo a esta hora!
¡Los gruñidos se van acercando!
Mientras unos jabalís cazaban ruidosamente y con ambición,
en las ramas ambos se ocultaban manteniendo total discreción.
– ¡Mono, eres de verdad amable! ¡Te agradezco tu ayuda muchísimo!
– tras esa amenaza palpable, le dijo el pollito contentísimo.
Pero por buen día que tuviera, todavía se preocupaba,
porque no era como otro cualquiera y creía que algo le faltaba.
– Oye, soy un bicho raro, ¿lo sabes? – siguió con algo de decepción-.
Y no les gusté a las demás aves; nada quisieron de mi atención.
Miró sus ojos atentamente y entonces respondió con ternura:
– Entiendo que seas diferente, mas no toda ave estará a tu altura.
¡Mírate! – el mono seguía-. Tú ya no eres tan chiquito
y es cierto que cada día cambias poquito a poquito.
La cría sonrió con sencillez, sin conocer su incierto destino.
– ¡Mono, deseo verte otra vez! – se despidió y siguió su camino.
El ave rara y la tortuga
Después de semanas estando en este bosque fascinante,
se seguía desarrollando bajo el cálido sol brillante.
Por un lago de caña gruesa una tortuga fue a acercarse.
Miró al pollito con sorpresa y no paraba de asombrarse.
De repente, se oyó algo allá a lo lejos.
«Parecen aullidos lo que he escuchado.
¡Aullar no pueden los animalejos!»,
concluyó el pollito aterrorizado.
– ¡Ven al agua, súbete ahora!
– la tortuga lo llamó gimiendo- .
¡No te quedes en tierra a esta hora!
¡Los aullidos ya están creciendo!
Mientras unos lobos cazaban sin descanso y con ambición,
el lago ambos atravesaban cuidando total discreción.
– ¡Tortuga, eres muy considerada! ¡Te agradezco tu apoyo muchísimo!
– tras esa situación arriesgada, le dijo el pollito contentísimo.
Pero por buen día que tuviera, todavía se preocupaba,
porque no era como otro cualquiera y creía que algo le faltaba.
– Oye, soy un bicho raro, ¿lo sabes?- prosiguió con algo de tristeza-.
Y no les gusté a las demás aves; no aceptaron mi naturaleza.
Miró sus ojos atentamente y entonces respondió con ternura:
– Entiendo que seas diferente, mas no toda ave estará a tu altura.
¡Mírate en las aguas reflectantes! – le sugirió con sabiduría-.
Se ve que no eres la misma de antes, pues estás cambiando día a día.
Y pronto vas a vivir volando -al fin la tortuga concluyó.
– ¿Ah sí? ¡Con esto he estado soñando! – la cría ilusionada exclamó.
Entonces sonrió con avidez, sin conocer su incierto destino.
– ¡Tortuga, quiero verte otra vez! – se despidió y siguió su camino.
El ave rara vuelve a ser criticada
Los pájaros piaban con primor y hacían piruetas sin cansarse,
mas se pusieron de mal humor y otra vez volvieron a quejarse:
– ¡Mirad, esta es el ave rara que jamás podrá ser cantante!
– Ojalá pronto se alejara de nuestra tierra fascinante.
– Quizá solo pueda caminar, es que no la hemos visto volando.
No la querían intimidar, pero iban regañándola cuando…
…en un periquete, algo inaudito espantó a todos los animales;
el sonido era como un grito, pero de voces inusuales.
Los árboles sufrían gritando por un incendio destructivo.
El ave rara temió dudando que nada fuera a quedar vivo.
Se acercaba ese fuego rugiente y por tanto aumentaba el temor.
Veía a todo ser inocente, que ya no soportaba el calor.
«Mis amigos dijeron un día que no toda ave estará a mi altura.
¡Puedo intentar algo todavía!», pensó y decidió probar ventura.
Con firmeza abrió las alas grandiosas y, al brillar los ojos como jamás,
Rápida, como un rayo esplendoroso, se perdió en las nubes por un momento
y pronto, un alud de nieve lechoso libró la tierra del fuego violento.
Estaba volando con fluidez encima del bosque liberado;
seguía mirando una y otra vez si los demás se habían salvado.
– ¡Amigos! – gritó como jamás mientras le agradecían llorando.
Y empezó a alejarse más y más para hallar su destino volando.
«Nos hemos estado equivocando con que no iba a traer nada bueno»,
todo pájaro pensó admirando su coraje verdadero y pleno.
El ave rara encuentra su lugar
El ave por fin llegó a otro mundo, al que de veras pertenecía,
ya sin dudar ni por un segundo que todo esto sí lo merecía.
En la montaña nevada y altísima vivían seres iguales que ella.
Al verlos se sintió curiosísima y se aproximó a la cima aquella.
Se juntó con aquellas aves, que podían tocar el cielo
y convivir con vientos graves, porque su poder era el vuelo.
Llevaba unos meses volando en la montaña fascinante
e iba aprendiendo y madurando bajo el cálido sol brillante.
Estaba feliz como jamás por ser como era de diferente;
solo quería una cosa más mientras contemplaba el sol naciente…
Ligeramente un huevo tembló y entonces se agrietó en un instante.
Salió un aguilucho y se fijó en todo lo que había delante.
Tambaleándose caminaba, echando un vistazo alrededor,
y tímidamente admiraba el mundo azul y encantador.
Vio a las águilas volando, abriendo alas poderosas;
se paró y sonrió pensando que sí que eran majestuosas.
Movió sus plumas un poquito y, con ojos muy emocionados,
se les acercó despacito a su mamá y papá asombrados.
(Escrito por Elena Busse. A la venta en Amazon con ilustraciones de Ekaterina Ilchenko)
Temas que puedes tratar con la fábula del ave rara
Utiliza esta preciosa historia de Elena Busse, ‘El ave rara’, para reflexionar sobre:
- El daño que pueden hacer ciertas palabras.
- La tolerancia por las diferencias.
- La empatía.
- Los amigos, la familia.
Reflexiones sobre la fábula ‘El ave rara’
Toda fábula tiene una moraleja, y si tuviéramos que buscar una sobre esta historia del ave rara, sería esta:
«No te detengas ante una crítica o una ofensa. Busca tu lugar y rodéate de quienes valoren tus diferencias.»
— (El ave rara)
- Busquemos nuestro lugar: La felicidad consiste en encontrar nuestro camino, el lugar en donde podamos ser nosotros mismos sin tener que cambiar, el lugar en donde nos sintamos queridos y arropados.
El mensaje del ave rara nos recuerda que nadie tiene por qué aguantar críticas injustas e innecesarias, falta de respeto o burlas de ningún tipo. El protagonista de esta historia, el ave raras, consiguió encontrar en su camino hacia su verdadero hogar, buenos amigos que supieron ver más allá de su apariencia.
- La importancia de ver lo esencial: Ya lo dijo ‘El Principito’, y es que lo esencial es invisible a los ojos. Más allá de las apariencias, está lo realmente importante, nuestros valores, nuestras virtudes. Nuestras fortalezas. El ave rara consiguió finalmente darse cuenta de que no era un ave rara, sino que simplemente estaba en el lugar equivocado.
Otros preciosos cuentos para niños
Si te gustó ‘El ave rara’, también te gustarán estas otras historias repletas de valores para niños:
- Dumbo: Un cuento de Disney que todos recordamos sobre todo por su ‘canto’ a la autoestima, la confianza en uno mismo. También nos habla de la amistad y del vínculo que nos une a las madres.
- El león y el ratón: Una fábula clásica que nos habla del valor de la gratitud y del poder de los más pequeños. ¡Preciosa!
- El gigante egoísta: Está claro que las apariencias engañan y que el amor es capaz de transformar hasta el más duro corazón. No te pierdas este precioso cuento de Oscar Wilde.
Y recuerda que también puedes escuchar muchas fábulas y cuentos narrados mediante los podcast de Tucuentofavorito.com.
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