Navidad en el callejón. Cuento de Navidad con valores

Este cuento, ‘Navidad en el callejón’, es parte de la historia de ‘La extraña Navidad de Kristy’, una historia de la ornitóloga estadounidense Harriet Mann Miller (1831-1918), conocida también como Olive Mann Miller, que escribió algunos cuentos cortos para revistas en el siglo XIX. Es una conmovedora historia de caridad, generosidad y gratitud, ideal para leer durante estas fechas.

TIEMPO DE LECTURA: 9 MINUTOS Y MEDIO

El relato de Navidad en el callejón

Navidad en el callejón, un cuento de Navidad
El cuento ‘Navidad en el callejón’

Ann la lavandera vivía en un humilde edificio del callejón. Todos los inquilinos de este edificio pasaban grandes calamidades y muchos de ellos no tenían suficiente dinero para pagar el alquiler. ¿Qué hacía Ann? Dedicaba todo el dinero que ganaba lavando y planchando ropa para pagar el alquiler de sus vecinos.

El marido de Ann, ya jubilado, harto de esta situación, a menudo le echaba en cara las penurias por las que ellos mismos pasaban por culpa de su gran corazón.

– ¡Este mes no tengo ni té por tu culpa!- gritó desde el sillón John mientras su mujer terminaba de planchar una pila de ropa- Eso sin contar con el tiempo que llevo sin tabaco para la pipa. ¡Ni me acuerdo ya! ¿Y todo por qué? Porque a mi mujer se le ocurre gastar el dinero del té y el tabaco en pagar el alquiler de los demás.

– Bueno, ¿y qué prefieres? ¿Qué deje a toda esta pobre gente en la calle para que se congele?- respondió Ann.

– No es asunto nuestro. ¿Por eso debemos pagarles el alquiler? Son tiempos difíciles. Si no pueden pagar, que se vayan a otro sitio- refunfuñó John.

– Pagarían si pudieran encontrar trabajo, y lo sabes. Es gente honesta y en cuanto puedan pagar, lo harán.

– Pues ya ves: mañana es Navidad y aquí estamos, sin nada que celebrar- dijo el marido enfadado- Te preocupas más por los hijos de los Parker que de tu propia hija, que lleva unos zapatos gastados y ha tenido que dejar el colegio- insistió él.

– Pero es que el bebé de los Parker necesita comer…

– Mira, cuando te paguen la ropa que estás planchando, haz el favor de comprar algo de té, para tener algo caliente al menos- dijo John.

Ann terminó de planchar al tiempo que su marido se quedó dormido. Ella guardó en una cesta la ropa limpia y se puso un chal. Pensaba en cómo hacer para usar las monedas que conseguiría por ese trabajo para pagar el alquiler de los Parker y comprar té.

«Ya ves: mañana es Navidad y aquí estamos, sin nada que celebrar»

(Navidad en el callejón)

Navidad en el callejón: las cosas se complican

No le salían las cuentas. Hacía frío en el callejón sombrío, pero al llegar a la avenida grande, todo pareció cambiar de golpe. Las luces, las risas de la gente vestida de forma elegante… Allí sí se respiraba ambiente navideño.

Ann llegó hasta la mansión en donde debía entregar la ropa. Abrió una elegante doncella que tomó la cesta entre sus manos.

– Mi señora tiene invitados y me dijo que te pagaría otro día– le dijo a Ann.

– ¿Cómo? ¡Oh! ¡No puede ser! ¡Necesito el dinero! ¿No podrías hacer algo?- suplicó la lavandera.

La doncella entró el la casa para preguntar y regresó al instante:

– Lo siento, pero la señora me dice que no tiene cambio. Que ya te pagará.

«Dios mío, es peor de lo que esperaba«, pensó la pobre Ann. Llegó cansada a casa, sin nada para cocinar. También llegó su hija en ese momento, que había pasado la tarde en casa de una amiga. Tenía hambre, pero no tenían nada para comer. Así que ambas se fueron a acostar.

La providencia quiso que esa noche, un misionero visitara a una de las familias de ese edificio. Ellos le hablaron del bondadoso corazón de Ann. De todo lo que hacía por ellos, sobre todo, por la familia Parker. El misionero preguntó a más vecinos y todos coincidían en lo mismo. Ann era como su ángel de la guarda. Era capaz de sacrificarlo todo por ellos.

El misionero pensó en cómo ayudar y premiarla de alguna manera. Esa noche, recorrió decenas de viviendas, visitó a todas las buenas familias que conocía. A todos les habló de Ann y les pidió colaboración.

Las amables y certeras palabras del misionero calaron hondo en aquellas familias tan pudientes, que no dudaron en poner su granito de arena. Entre todos, consiguieron reunir una gran suma de dinero. El misionero guardó en un sobre todos los billetes y a la mañana siguiente, día de Navidad, fue a visitar a Ann.

«El misionero pensó en cómo ayudar y premiarla de alguna manera»

(Navidad en el callejón)

Navidad en el callejón: el regalo de Navidad de Ann

La mujer se sorprendió mucho al abrir la puerta y encontrarse de frente con un misionero:

– Hola, Ann. ¡Feliz Navidad!- dijo con una amplia sonrisa el misionero- ¿Ya has desayunado?

– Oh, no… Iba a prepararlo ahora… – dijo titubeante, sin entender nada.

– Bueno, yo tampoco he desayunado, pero no podía esperar para entregarte tu regalo. Seguro que aún no recibiste ninguno.

– No… de hecho, no recuerdo haber recibido ninguno nunca- murmuró apesadumbrada Ann.

– Bueno, pues ya era hora de que tuvieras regalo de Navidad. ¿Puedo pasar y te lo entrego?- le dijo el misionero.

Ambos entraron en la habitación y el misionero, una vez sentado a una pequeña mesa redonda, sacó un sobre de su cartera y se lo tendió a Ann. Ella, al ver que estaba lleno de dinero, se sorprendió.

– ¿Y esto? ¿Por qué? ¿A qué se debe?- preguntó algo aturdida.

– Muchos amigos se enteraron de lo buena que eres con la gente de este edificio y quisieron contribuir en tu regalo. Y créeme, les has hecho tú más bien a ellos que tú en recibirlo…

El misionero abandonó la casa. Ann aún no podía creer lo que tenía entre las manos. Temblorosa, contó los billetes. ¡Era muchísimo dinero! Exultante de felicidad, despertó a su hija:

– ¡Katye, despierta! ¡Por fin podré comprarte un vestido bonito y unos zapatos nuevos! ¡No tendrás hambre y podrás volver al colegio!

La niña no entendía muy bien. ¿realmente era Navidad? ¿Tendría regalo? ¿No sería un sueño? Su padre se despertó con el alboroto:

– ¡John! ¡Al fin tendremos para una buena comida de Navidad! El Señor me ha entregado este regalo y sé lo que debo hacer con él… ¡Esperad que traeré un gran desayuno!

«Les has hecho tú más bien a ellos que tú en recibirlo»

(Navidad en el callejón)

Navidad en el callejón, para todos

La mujer salió con varias bolsas y al cabo de un rato, regresó cargada: un vestido para su hija, zapatos, té y tabaco de pipa para su marido y un suculento desayuno. Pero además, había comprado un enorme asado y alimentos para preparar una gran comida.

– ¿Para qué has comprado tanta carne?- preguntó extrañado su marido.

– John, quiero que Katye suba a casa de todos los vecinos y les invite a comer. Hoy todos tendrán una comida de Navidad. Prepararé la mejor comida para todos ellos.

El marido esta vez no rechistó. Sabía que era imposible hacer cambiar a su mujer, así que sólo asintió y se sentó en el sofá a disfrutar de su tabaco y su té.

Fue sin duda la mejor Navidad de sus vidas: Los vecinos se sentaron a lo largo de una enorme mesa decorada con un precioso mantel. Había comida a montones para todos. Los niños, que estaban hambrientos, al fin pudieron comer hasta llenarse.

Ann, aprovechando que su marido hablaba con los hombres y les ofrecía tabaco, se escabulló al cuarto, tomó unos paquetes envueltos y los llevó a diferentes viviendas. Cuando las familias llegaron de nuevo a sus casas, encontraron los regalos: ropa y zapatos nuevos.

Ann se sentía realmente feliz: aún le quedaba dinero para pagar el alquiler hasta la primavera, y mientras podría ahorrar con lo que le dieran por su trabajo. Sin duda había recibido el mejor regalo de su vida.

«Sin duda había recibido el mejor regalo de su vida»

(Navidad en el callejón)

Qué temas puedes tratar con la historia de ‘Navidad en el callejón’

Utiliza este precioso relato de ‘Navidad en el callejón’ para reflexionar sobre.

  • El valor de la caridad.
  • La generosidad.
  • El valor de la gratitud.
  • La bondad.
  • El sacrificio por los demás.
  • La empatía.

Reflexione sobre el relato ‘Navidad en el callejón’

Este bello relato de ‘Navidad en el callejón’ nos habla de bondad, de bondad auténtica, de generosidad verdadera. De un corazón que no entiende la vida sin la felicidad de los demás:

  • La bondad, inmune a la codicia: En el cuento de ‘Navidad en el callejón’, la bondad de la protagonista, Ann, es capaz de imponerse a la tentación de la codicia. En un momento dado, Ann, tan necesitada como estaba, recibe una enorme suma de dinero.

En lugar de dejarse cegar por la avaricia, siguió pensando en los demás, continuó siendo tal y como era, sin inmutarse, fiel a sus principios, con honestidad. Pensó en compartir su regalo con los demás, en hacer felices de nuevo al resto. Incluida, por supuesto, su familia. Cualquier otra persona podría haberse dejado llevar por la codicia, y gastar todo el dinero en sí misma, pero un corazón bondadoso, realmente bondadoso, es inmune a la codicia. No hay nada que lo perturbe ni lo corrompa.


«Un corazón realmente bondadoso es inmune a la codicia»

— (Reflexiones sobre ‘Navidad en el callejón’)

Más reflexiones sobre el cuento ‘Navidad en el callejón’

  • El sacrificio de Ann obtuvo recompensa: En ‘Navidad en el callejón’, la lavandera pasó años y años sacrificándose por los más necesitados. Y no daba lo que le sobraba, sino lo que ella misma necesitaba, pero consideraba que otros lo necesitaban más que ella. Al fin y al cabo, ella tenía trabajo, mientras que sus vecinos no podían trabajar. El símil entre Ann y el bondadoso misionero que busca premiar su bondadoso corazón es el que nos viene a decir que cualquiera de nosotros podemos ser misioneros en este mundo, sin necesidad de vestir hábito.

Todos podemos contribuir de alguna manera a hacer este mundo más justo, bien con pequeños gestos o con algunos sacrificios. Porque las poderosas familias que también contribuyeron con su donativo a hacer la vida mejor de las familias del callejón, no sólo hicieron una gran labor con ellos. Tal y como el misionero le dijo a Ann: «has hecho tú más por ellos».

Y es que Ann consiguió despertar en ellos la empatía, la solidaridad y con ella, la bondad, la caridad. Valores todos ellos ligados a la solidaridad y al fin, a la felicidad de uno mismo. No hay nada que nos haga más felices que la sensación de haber podido ayudar a ser más felices a los demás.


«Todos podemos contribuir a hacer más justo este mundo»

— (Reflexiones sobre ‘Navidad en el callejón’)

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Y recuerda que también puedes escuchar relatos de Navidad narrados mediante podcast en los canales de Tucuentofavorito.com en Spotify o bien en Ivoox aquí:

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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