Este relato, ‘El relojero’, es un cuento escrito por el monje benedictino argentino Mamerto Menapace, y aunque él lo utilizó en su día para hablar de la oración, esta metáfora puede servirnos para hablar de muchos otros temas, entre ellos, por supuesto, de algunos de los valores esenciales.
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ToggleUn cuento para reflexionar: El relojero
Existió en un monte un pequeño pueblo, lejos de la ciudad, en donde cada uno de los oficios se heredaba de la familia. Así, el hijo del panadero aprendía a hacer pan, y el hijo del herrero a trabajar el metal… Y en el pueblo no faltaba nada, porque tenían cantero, carnicero, médico… y hasta relojero. Sí, en el pequeño pueblo un relojero, hijo, nieto y biznieto de relojeros, arreglaba y mantenía los relojes de todos sus vecinos, y por supuesto, el enorme reloj de la torre de la iglesia.
En aquel pequeño pueblo, todos cooperaban y se sentían útiles y necesarios. De esta forma, no había problema que no pudiera solucionarse.
Pero un día, llegó de la ciudad un mensajero, sobre un hermoso caballo. Traía una carta para el relojero.
– Vaya- dijo el hombre tras leerla- ¡He heredado una enorme vivienda en la ciudad!
Todos se miraron con ansiedad: si se iba el relojero del pueblo… ¿qué pasaría con todos sus relojes?
El caso es que el relojero partió en apenas tres días, con su mujer, sus dos hijos y su anciano padre. Y una carreta llena de enseres. Y los vecinos, se quedaron algo preocupados. No hacían más que mirar su reloj a todas horas, para comprobar que aún funcionaba. Y al cabo de unos días, cuando vieron que en realidad no pasaba nada, respiraron tranquilos.
– Uff… Tampoco era tan importante el relojero- se decían- Los relojes funcionan solos…
La necesidad del relojero
Sí, eso pensaban todos, y por eso estaban tranquilos y no echaban ya de menos al relojero. Hasta que a uno de ellos se le cayó al suelo un buen día el reloj, y comenzó a retrasarse.
Al principio, el hombre lo volvía a poner en hora cada cierto tiempo, pero al ver que siempre terminaba retrasándose, se dio por vencido, y lo guardó junto con otros objetos inservibles en un cajón. Y esto mismo les fue pasando a todos en el pequeño pueblo, pues los relojes comenzaron a retrasarse. Y todos hicieron lo mismo: guardarlos en un cajón. Todos, menos una persona, que tenía especial cariño por ese reloj y a pesar de que se retrasaba varias veces al día, él seguía poniéndolo en hora una y otra vez, uno y otro día, fijándose bien en la hora que marcaba el reloj de la torre de la iglesia.
Y sucedió que un día, después de algunos años, el relojero volvió al pueblo, con toda su familia. Los niños ya más mayores y él mucho más experto.
– Echaba de menos este pueblito- dijo el hombre- En la ciudad todos son prisas y no se puede vivir bien…
Todos se pusieron muy contentos del regreso del relojero, y fueron corriendo a por sus relojes, arrinconados durante tanto tiempo en fríos y oscuros cajones. Pero el relojero no pudo hacer nada ya por ellos. El engranaje se había oxidado al estar parado tanto tiempo y oculto en un lugar tan húmedo y oscuro. Ya no tenían solución… Menos uno. Hubo un reloj que sí pudo arreglar. Le bastó centrar una de las manillas y limpiar bien el engranaje: el reloj de la única persona que había seguido dando cuerda a su reloj estropeado. Él sí consiguió recuperarlo.
(Adaptación del cuento escrito por Mamerto Menapace)
Qué temas puedes trabajar con el cuento del relojero
Utiliza este precioso cuento corto, ‘El relojero’, para reflexionar acerca de:
- La cooperación.
- El trabajo en equipo.
- La fidelidad y el amor.
- El valor de la perseverancia.
- La fe y la oración.
- Paciencia ante las dificultades.
Reflexiones sobre el cuento del Relojero
Este cuento del monje Menapace hablaba con esta metáfora de la oración, algo que es transmitido dentro de la familia de generación en generación, y que, como los relojes, pierde su efecto si deja de usarse, mientras que vuelve a ser útil si a pesar de los problemas, se sigue de ver en cuando utilizando. Sin embargo, este relato también nos habla de todos estos otros temas:
- La importancia de la familia: En El relojero, se muestra un pueblo feliz, en donde apenas había problemas. Todos eran igual de necesarios y todos se sentían útiles, porque cada uno de ellos tenía un oficio que aprendió de su familia. La familia se muestra aquí como un pilar básico en la sociedad, un maestro, formador, generador de felicidad. Y por supuesto, la que contribuye a conseguir una armonía en la sociedad.
- La cooperación para lograr la armonía: En este pequeño pueblo todos eran necesarios, desde el charcutero hasta el jardinero. Cada cual aportaba con su trabajo un eslabón insustituible. Todos trabajaban para todos y esta igualdad es la que conseguía esa armonía y felicidad en el pueblo. Pero el día que uno de esos eslabones se marchó, y a pesar de que al principio pensaban que no era importante, pronto se dieron cuenta de que el relojero, como cualquier otro, era imprescindible e insustituible.
- La prueba de la fidelidad: La ausencia del relojero puso a todos a prueba. ¿Qué harían en cuanto su reloj comenzara atrasarse? ¿Lo seguirían tratando con cariño o lo darían por perdido? Casi todos decidieron dejarlo arrinconado en un cajón y solo una persona siguió amándolo y poniéndolo a diario en hora. Lo mismo que a un reloj, ¿cómo tratamos a aquellos que de pronto necesitan nuestra ayuda? ¿Les tendemos la mano aunque esta ayuda tenga que ser constante? ¿O les abandonamos? El camino más fácil sin duda es el segundo, pero debemos entender que ese camino nos lleva a perder a esa persona para siempre. El amor y la fidelidad que lleva a creer en alguien a pesar de sus problemas, esa perseverancia y esfuerzo, al final da sus frutos y termina por recuperar a esa persona. Pero este camino solo se puede recorrer por amor.
«Ante las dificultades, ¿abandonas el problema en un cajón o decides esperar y enfrentarte a él con mucha paciencia a que las cosas se puedan arreglar?»
— (Reflexiones del cuento ‘El relojero’)
La reflexión religiosa de este cuento
- La fe como un reloj y la oración como el relojero: En esta historia del relojero, Menapace en realidad nos habla de fe. Si alguien deja de creer, tal y como les pasó a la mayoría de habitantes de este pueblecito del cuento del relojero, le será muy difícil recuperarla con el paso del tiempo, pero si a pesar de las dificultades, se mantiene la fe a la espera de tiempos mejores, por cariño y fidelidad, conseguirá volver con plenitud sin problemas más adelante. Por otro lado, el relojero representa la oración. Si se pierde, parece a corto plazo que no sucede nada, pero a largo plazo, se descubre que es necesaria para que la fe pueda funcionar.
Otros cuentos para reflexionar
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- El propio esfuerzo: Un cuento corto que nos anima a reflexionar acerca de la necesidad de esforzarnos para conseguir todos nuestros sueños, en lugar de lamentarnos y desear que se cumplan sin más.
- Las cien tazas del rey: ¿Imaginas un rey capaz de dar más importancia a una taza que a cada uno de sus cortesanos? Este cuento nos habla de tiranía, de justicia, pero también de solidaridad y sacrificio…
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Un comentario
Muy bueno gente