Aquí tienes un divertido cuento español que nos habla de astucia y picaresca: ‘El leñador y los buñuelos’. Muchos de los cuentos tradicionales españoles utilizan la picaresca para recordarnos que nunca debemos fiarnos de los demás, que debemos ser prudentes y proteger nuestras pertenencias con ingenio y prudencia. Mejor si nos adelantamos a lo que pueda venir… Lo entenderás mejor después de leer el cuento.
TIEMPO DE LECTURA: 4 MINUTOS
El cuento del leñador y los buñuelos
Regresaba de la faena un día un humilde leñador cuando se topó en medio del camino con una bolsa repleta de dinero.
– Vaya, alguien lo habrá perdido… – se dijo el hombre, al tiempo que recogía la bolsa y comprobaba la cantidad de monedas que guardaba.
¡Qué contenta se puso su mujer cuando el leñador entró en la casa y anunció su hallazgo!
– ¡Qué maravilla! ¡Esto es un regalo de Dios! ¡Dejaremos al fin de ser pobres- exclamó eufórica la mujer.
– No, de eso nada- dijo entonces el leñador- Este dinero no es nuestro. Debemos encontrar a su dueño… Esperaremos por si regresa a buscar la bolsa y si no lo hace, entregaremos el dinero a las autoridades.
– ¿Cómo que entregaremos el dinero? ¡Es tuyo! ¡Tú lo encontraste!
La pareja comenzó a discutir, sin conseguir ponerse de acuerdo. Él quería devolver el dinero y ella, quedarselo. Ambos se fueron a dormir y esa noche, la mujer pensó un plan… Se puso el delantal y se pasó toda la noche friendo buñuelos.
Antes del amanecer, fue colgando en la enorme higuera de la entrada los buñuelos. ¡Hasta cinco docenas había! Así, cuando su marido se despertó y salió de la casa, entró entusiasmado y con los ojos abiertos como platos.
– ¡No te lo vas a creer, pero nuestra higuera, en lugar de higos, ha dado buñuelos! ¡Con lo que a mí me gustan! Su mujer hizo como que no sabía nada y puso cara de asombro al ver el árbol… Su plan seguía su marcha…
El leñador y los buñuelos: el amigo desleal
Pocos días después, un amigo del leñador fue a visitarlo. Le ofreció bebida y algo de comer. El leñador le contó entonces que últimamente le habían pasado cosas extrañas.
– ¿Qué te ha pasado?- quiso saber su amigo.
– Verás… Hace poco, encontré una bolsa repleta de dinero en mitad del camino. No sé quién lo perdería.
Su amigo le miró sorprendido y pensó que aquello podría ser una gran oportunidad. Al fin y al cabo, el leñador era un ingenuo, demasiado bueno…
– ¡No me digas!- dijo entonces actuando lo mejor que pudo- ¡Mi dinero! Ay, que yo perdí en el camino una bolsa. Tiene que ser la mía. Ya lo daba por perdido…
Entonces intervino la mujer, que se había dado cuenta de lo que el supuesto amigo de su marido pretendía:
– ¿Qué dinero? Mi marido últimamente dice cosas muy raras. No ha encontrado ningún dinero. Se lo acaba de inventar.
– No me invento nada, mujer- dijo el leñador algo alterado- ¿No recuerdas que estuvimos discutiendo sobre esa bolsa hasta la noche? Nos fuimos a dormir y al día siguiente, la higuera estaba repleta de buñuelos…
Su desleal amigo entonces le miró con cara de asombro:
– ¿Buñuelos, dices?
– Sí, como te digo: en lugar de higos, buñuelos. Toda la higuera, enterita, repleta de buñuelos. Estaban buenísimos, por cierto.
La mujer se acercó al amigo del leñador y le dijo al oído:
– Creo que mi marido se está volviendo loco. Dice cosas muy raras… el dinero, la higuera…
– Ya veo, ya- dijo entonces el amigo.
El hombre, decepcionado, se levantó, y se fue. De esta forma, la astuta mujer consiguió quedarse con el dinero.
Qué temas puedes trabajar con ‘El leñador y los buñuelos’
Utiliza este cuento popular español del leñador y los buñuelos para reflexionar sobre:
- La prudencia.
- La importancia de usar la inteligencia y la astucia para evitar problemas y protegernos de los engaños.
- Por qué debemos desconfiar de algunas personas.
Reflexiones sobre el cuento ‘El leñador y los buñuelos’
¿Qué harías si te encontraras dinero sin ninguna pista sobre su dueño? Puede que el primer instinto fuera el mismo que llevó al leñador a esperar a que alguien reclamara el dinero perdido. Pero… ¿puedes fiarte de la bondad de los demás? Esta historia nos hará pensar en todo esto:
- No te fíes de quien promete sin poder demostrar algo. Puede ser un engaño: La avaricia nos lleva a mentir si es preciso, con tal de conseguir lo que deseamos. En ‘El leñador y los buñuelos’, el supuesto amigo, al darse cuenta de que podía hacer creer al leñador que era el dueño del dinero, no dudó en mentir para conseguirlo. La codicia nos vuelve volubles y mentirosos. Afortunadamente, la mujer del leñador era astuta y supo ver al instante las intenciones del otro hombre.
- Desconfía siempre que haya dinero de por medio: La prudencia se alió con la astucia en el caso de la mujer del leñador. En este cuento del leñador y los buñuelos, la mujer supo ver lo que podía ocurrir y trazó un plan fascinante, que consistía en hacer creer al hombre lo increíble, para que el resto de personas dejaran de creer en él. Para ello, llenó de buñuelos la higuera y consiguió que su marido pensara que había sido ‘un milagro’. Así, cuando hablara a los demás del dinero, y añadiera aquel hecho increíble que vio a la mañana siguiente, nadie le creería. Todos pensarían que se había vuelto loco. De esta forma la mujer consiguió deshacerse del ambicioso amigo.
Una reflexión más del cuento ‘El leñador y los buñuelos’
- La bondad está bien, pero con cabeza: Una cosa es ser bueno y otra es ser tonto, ¿verdad? El leñador tenía muy buenas intenciones. Quería devolver el dinero a su legítimo dueño. Pero, ¿cómo saber quién decía la verdad o quién mentía? Sin una prueba, cualquiera podría pasar por dueño del dinero. A veces la bondad nos lleva a ser ingenuos y terminan aprovechándose de nosotros. De ahí la importancia en conocer el límite y saber reconocer los posibles engaños. Está bien ser bueno, pero sin dejar que otros se aprovechen de esta bondad para cometer el mal.
«Una cosa es ser bueno y otra, ingenuo: no dejes que te engañen»
— (Reflexione sobre ‘El leñador y los buñuelos’)
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