La mona. Fábula de Tomás de Iriarte explicada

Esta fábula de Tomás de Iriarte, ‘La mona’, viene a explicar el significado de un refrán popular muy conocido: ‘Aunque la mona se vista de seda, mona se queda’. Es decir, que por mucho que intentemos aparentar quien no somos, nunca conseguiremos serlo. No te pierdas la fábula y las reflexiones finales sobre los mensajes que transmite.

TIEMPO DE LECTURA: 4 MINUTOS

La fábula de ‘La mona’

La mona, una fábula de Tomás de Iriarte
Fábula de ‘La mona’

Cuentan que existió un rico caballero al sur de España, elegante y con infinidad de bienes. Tenía tanto dinero que no escatimaba en gastos y placeres. Vivía en un lujoso castillo de amplios jardines, tenía caballos y animales exóticos. Pero de entre todos, su favorita era una graciosa mona que un amigo le trajo de África.

La mona resultó ser muy coqueta. Le encantaba jugar, pero también mirarse constantemente al espejo, peinarse con peine de marfil y probarse telas de colores.

Su amo jugaba mucho con ella y la tenía tan consentida, que hasta le dejaba comer junto a la chimenea sobre cómodos cojines.

Un día le trajo un hermoso vestido de seda, de un vibrante color rojo y vistosos volantes. La mona estaba loca de contenta. Se lo probó y al verse tan guapa, no dudó en pavonearse delante de todos para que la admiraran bien.

Le gustaba tanto a la mona aquel vestido, y se veía tan guapa, que decidió escaparse aquella misma noche con la intención de que toda su familia pudiera verla. Consiguió llegar hasta el puerto y de un salto se encaramó a un barco. Al amanecer, ya estaba en África.

Buscó la manera de llegar a Tetuán, su lugar de origen, y allí no tardó en encontrar al resto de monos en lo alto de unos árboles.

Qué pensaron los otros monos al verla

Tal y como ella se esperaba, causó sensación.

– ¡Qué guapa que está!- decían las otras monas.

– ¡Menudo estilo tan elegante!- decían otros.

Tanto monas como monos no podían dejar de admirarla. ¡La adoraban!

– Debe ser muy famosa allá en España- dijo una de las monas.

– Sí, y poderosa… Tal vez sea la presidenta y no nos hayamos enterado- dijo uno de los monos más jóvenes.

Al ver la admiración que todos sentían por ella, al mono más anciano se le ocurrió que podría ser la lideresa que les guiara hasta el sur del país, ya que estaban deseando explorar esa zona.

– ¡Por supuesto!- dijo la mona orgullosa- ¡Yo os guiaré hasta allí sin problema.

Y al día siguiente, partieron en expedición, con algunos alimentos y agua para el camino. Pensaban que sólo tardarían unas horas, pero la mona, que no tenía ningún sentido de la orientación, se perdió. Atravesaron ríos, desiertos, valles infinitos… Se adentró en la selva y pasaron muchísimo peligro y cientos de calamidades. Hambre, sed… y a punto estuvieron de morir bajo las garras de sus peores enemigos.

Después de varias semanas de odisea, consiguieron llegar a su destino, llenos de magulladuras y muertos de sed y hambre. Los monos estaban enfadados y muy decepcionados con la mona.

– Pensamos que tendrías las dotes indicadas para guiarnos hasta aquí, pero estábamos muy equivocados… Las apariencias, engañan– le dijo el mono más anciano.

La mona se dio cuenta y muy triste, se quitó el vestido de seda y volantes. Volvió a ser como el resto, una mona. Decidió quedarse con ellos y aprender con humildad todo lo que necesitaba para sobrevivir y ser feliz en su hábitat.

Moraleja: «Aunque la mona se vista de seda, mona se queda»

(‘La mona’ – Tomás de Iriarte)

La fábula original de ‘La mona’ de Tomás de Iriarte

Hay trajes propios de algunas profesiones literarias, con los cuales aparentan muchos el talento que no tienen

Aunque se vista de seda
la mona, mona se queda.
El refrán lo dice así;
yo también lo diré aquí,
y con eso lo verán
en fábula y en refrán.


Un traje de colorines,
como el de los matachines,
cierta mona se vistió;
aunque más bien creo yo
que su amo la vestiría,
porque difícil sería
que tela y sastre encontrase.

El refrán lo dice: pase.
Viéndose ya tan galana,
saltó por una ventana
al tejado de un vecino,
y de allí tomó el camino
para volverse a Tetuán.

Esto no dice el refrán,
pero lo dice una historia
de que apenas hay memoria,
por ser el autor muy raro;
y poner el hecho en claro
no le habrá costado poco.

Él no supo, ni tampoco
he podido saber yo,
si la mona se embarcó,
o si rodeó tal vez
por el istmo de Suez.
Lo que averiguado está
es que, por fin, llegó allá.

Cómo la recibieron los demás monos

Viose la señora mía
en la amable compañía
de tanta mona desnuda;
y cada cual la saluda
como a un alto personaje,
admirándose del traje,
y suponiendo sería
mucha la sabiduría,
ingenio y tino mental
del petimetre animal.

Opinan luego al instante,
y nemine discrepante,
que a la nueva compañera
la dirección se confiera
de cierta gran correría
con que buscar se debía,
en aquel país tan vasto,
la provisión para el gasto
de toda la mona tropa.
(¡Lo que es tener buena ropa!)

La dura expedición

La directora, marchando
con las huestes de su mando,
perdió no sólo el camino,
sino, lo que es más, el tino;
y sus necias compañeras
atravesaron laderas,
bosques, valles, cerros, llanos,
desiertos, ríos, pantanos;

y al cabo de la jornada,
ninguna dio palotada;
¡y eso que en toda su vida
hicieron otra salida
en que fuese el capitán
más tieso ni más galán!

Por poco no queda mona
a vida con la intentona;
y vieron por experiencia
que la ropa no da ciencia.

Pero, sin ir a Tetuán,
también acá se hallarán
monos que, aunque se vistan de estudiantes,
se han de quedar lo mismo que eran antes.

(‘La mona’ – Tomás de Iriarte)

Qué temas podemos analizar con la fábula de ‘La mona’

Utiliza esta famosa fábula de Tomás de Iriarte para reflexionar sobre:

  • Las apariencias.
  • El valor de la humildad frente a la vanidad.
  • Los engaños.
  • La necesidad de conocer nuestras virtudes y defectos.

Reflexiones sobre la fábula de La mona

‘Muchos aparentan el talento que no tienen’, dice el propio Tomás de Iriarte al comienzo de esta fábula que nos habla precisamente de las apariencias y los engaños que nunca consiguen prosperar: la verdad tarde o temprano, termina saliendo a la luz.

  • Las apariencias engañan: Ya sabes el significado del famoso refrán ‘aunque la mona se vista de seda, mona se queda’. Y es que en esta fábula de ‘La mona’, es más que evidente que no es oro todo lo que reluce, y que en realidad la culpa no es del metal que brilla, sino de nosotros, que nos dejamos engañar o ‘engatusar’ por su brillo. La moraleja de esta fábula de Tomás de Iriarte es más bien una advertencia muy útil. Viene a avisarnos del peligro de dejarnos llevar por las apariencias y no ir más allá, a lo que realmente importa.
  • Cuidado con alabar las habilidades que no se poseen: ¿Alguna vez oíste el dicho ‘vendedor de humo’? Es aquel que se sabe ‘vender’ tan bien, que termina por hacer creer a otros que posee habilidades y conocimientos que en realidad no tiene. Hay quien tiene esa habilidad de hacer creer al resto que es muy inteligente, que tiene una gran valía y conocimientos, cuando en realidad, es mentira. Pero somos nosotros los que debemos abrir los ojos y comprobar si todo lo que dice saber lo sabe de verdad o es todo una farsa.

Una reflexión más sobre esta fábula de Tomás de Iriarte

  • El peligro de la vanidad: El problema de nuestra protagonista, la mona, es que se dejó llevar por la vanidad y creyó tener cualidades que en realidad no tenía. A esto le llamamos prepotencia. Un defecto de humildad que siempre pasa factura. Seamos conscientes de quiénes somos en todo momento, y nunca intentemos aparentar ser quienes no somos, porque antes o después, los demás terminarán por descubrirlo.

«Nunca intentemos aparentar ser quienes no somos, porque antes o después, los demás terminarán por descubrirlo»

(Reflexiones sobre ‘La mona’)

Otras fantásticas fábulas de Tomás de Iriarte, comentadas

¿Te gustó esta fábula sobre las apariencias y el peligro de dejarse ‘engatusar’ por ellas? Disfruta también con estas otras fábulas del genial Tomás de Iriarte. Por supuesto, todas incluyen comentarios finales sobre los mensajes que transmiten:

  • La hormiga y la pulga: ¿Sabes de aquel que siempre parece saberlo todo y tener una opinión mejor que la de los demás? Pues es uno de los dos protagonistas de esta historia. ¡No te la pierdas!
  • El ratón y el gato: Esta fábula hace referencia a lo volubles que podemos llegar a ser dependiendo de nuestros intereses. Así lo necesitemos, así cambiamos de opinión.
La fábula de Tomás de Iriarte El ratón y el gato
El ratón y el gato, una fábula corta sobre la volatilidad e nuestras opiniones

Y recuerda que también puedes escuchar muchas fábulas narradas mediante podcast. Utiliza para ello el canal de Tucuentofavorito.com de Spotify o bien la de Ivoox, aquí.

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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