La historia del cautivo. Capítulo XXXIX de Don Quijote, adaptado

Seguimos con las aventuras del hidalgo más famoso, Don Quijote de la Mancha. ‘La historia del cautivo’ comprende los capítulos XXXIX y XL de la primera parte de Don Quijote de la Mancha. En estos capítulos, el cautivo, guerrero recién llegado a la venta en donde descansan Don Quijote y Sancho, les cuenta su historia. Como siempre, aquí encontrarás una adaptación.

TIEMPO DE LECTURA: 10 MINUTOS

La increíble historia del cautivo, de Don Quijote de la Mancha

Historia del cautivo, Don Quijote de la Mancha
‘Historia del cautivo, de Don quijote de la Mancha

Aprovecharon Don Quijote, Sancho y Fernando que el resto se habían ido a dormir, para escuchar la historia que el guerrero cautivo quería contar.

– Esta es la historia que me ha llevado hasta aquí… Provengo de una zona de altas montañas en León. Y soy hijo de hombre adinerado, pero cuyo gusto por gastar y fama de liberal, le llevó a tomar una decisión. Tenía tres hijos, contando conmigo. Un día nos dijo lo siguiente:

«He decidido partir la hacienda en cuatro partes, una para cada uno de vosotros y otra para vivir yo hasta que el cielo me lleve… Pero debo pediros algo antes. Recurriendo al sabio refranero español, debéis encontrar ya vuestro futuro y éste será ‘iglesia, mar o Casa Real’. Quiero que uno de vosotros siguiese las letras, el otro la mercancía y el tercero, que sirviese al rey en la guerra».

Al ser yo el mayor, primero expliqué a mi padre que no debía deshacerse de la hacienda para darnos dinero, pero que si era su querer, lo aceptaría. Escogí servir al rey en la guerra. El segundo hermano escogió irse a las Indias a hacer negocios, y al pequeño le quedó la opción de seguir a la iglesia o continuar con sus estudios en Salamanca.

Mi padre cumplió su promesa, nos dio nuestra parte, y se despidió de nosotros. Decidí restar de mi parte mil ducados para dárselos a mi padre. Y mis hermanos siguieron mi ejemplo. Uno fue a Salamanca, el otro a Sevilla y yo a Alicante, en donde me embarqué destino a Génova. Desde entonces, y hace ya de eso 22 años, no sé nada de mi padre ni de mis hermanos.

«Uno fue a Salamanca, el otro a Sevilla y yo a Alicante, en donde me embarqué destino a Génova»

(Historia del cautivo)

La historia del cautivo: en qué momento pasó a ser prisionero

Desde Génova viajé a Milán, y me alisté con el Duque de Alba para ir a Flandes. Alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, Diego de Urbina. Pero más tarde, movido por el interés de apoyar a mi nación contra la invasión turca, decidí unirme en Venecia a don Juan de Austria, ya convertido yo en capitán de infantería. Pero en un día glorioso para nosotros, yo caí prisionero del enemigo.

Dos años estuve en galeras al servicio de un cruel guerrero en La Goleta, el mismísimo hijo del temido Barbarroja, aunque después pasé al servicio del llamado Uchalí. Mientras, don Juan conquistaba territorios, y hasta mis oídos llegó la noticia de su victoria en Túnez. Vi morir a muchos caballeros cristianos a manos de los valientes turcos. Otros, terminaron como yo presos. Como Pedro de Aguilar, al que pude conocer y quien escribió dos bellos sonetos a modo de epitafios.

En este punto Fernando dio un brinco.

– ¿Y sabe qué fue de él?

– Claro, huyó… y le perdí la pista. Quiera el cielo que llegara a su destino.

– Lo hizo. Es mi hermano. Está en su hogar, es rico, casado y con tres hijas.

– ¡Cómo me alegro!- exclamó con sinceridad el cautivo.

Fernando recitó entonces los dos sonetos, pues se los había aprendido de memoria, de tantas veces que los escuchó de boca de su hermano.

El cautivo continuó entonces con su historia en donde la dejó: el momento en que los moros fueron derrotados en La Goleta.

– Regresamos a Constantinopla, en donde murió mi amo Uchalí, que tan bien se había portado con sus cautivos. De allí me enviaron con mi nuevo señor, el malvado Azán Agá, a Argel. Me veía tan cerca de España, que, a pesar de haber fracasado en tantas ocasiones en más de mil intentos de huir, volví a tener ilusiones.

«Vi morir a muchos caballeros cristianos a manos de los valientes turcos».

(Historia del cautivo)

La historia del cautivo y la aparición de Zoraida

No tardó en llegar la luz a mi habitáculo de prisión, al que los moros llamaban ‘baño’. Compartía celda con otros cautivos. Dedicábamos tiempo a saltar por encima de las cadenas para pasar el rato… y en uno de estos momentos vi asomar por la pequeña rendija de la ventana una caña de pesca con algo colgado de ella.

Uno de mis compañeros se puso debajo, con la intención de agarrar lo que fuera, pero la caña se movió de un lado a otro como queriendo decir ‘no’. Lo intentó otro compañero y lo mismo… Así que decidí probar suerte. Justo cuando me puse bajo la caña, llegó hasta mis pies. Pude ver un lienzo de tela y dentro, monedas de oro.

Alcé la mirada con la intención de ver quién me ofrecía tal regalo. Sólo vi una blanca y delicada mano de mujer. Tal vez, pensé, alguna de las mujeres de la casa se quería apiadar de nosotros. Respondimos inclinando la cabeza y haciendo en el pecho una cruz con los brazos. La delicada mano entonces dejó que viéramos una cruz hecha con cañas… Tal vez, pensamos, había cerca alguna cautiva cristiana.

Pocos días después, pasó lo mismo. y de nuevo la caña me eligió a mí. Esta vez, junto a las monedas, había un papel con un texto en arábico, y al final, una cruz, que besé en cuanto la vi. Estábamos confusos.. ¿Quién era la mujer que nos ofrecía aquellos regalos?

«Sólo vi una blanca y delicada mano de mujer».

(Historia del cautivo)

La historia del cautivo y el misterioso mensaje

Busqué la forma de traducir aquel texto, y pedí ayuda a un cristiano renegado, que sabía árabe. Le dije que el papel lo había encontrado tras una piedra en mi celda. El texto decía así.

«De pequeña mi padre tuvo una esclava cristiana. Ella me enseñó la oración de María. Era bondadosa e hizo que sintiera algo especial por su fe. En todo este tiempo, de entre todos los cautivos, no vi caballero alguno. Sólo vos. Me gustaría que huyéramos y me hicieras tu esposa. Y si no me quieres como tal, en tus tierras encontraré mi camino, guiada por Lela Marién. Responde a este mensaje y ata el papel a la caña. Si es en cristiano, encontraré la forma de entender las palabras».

Asombrado, el renegado, con lágrimas, entendió que el mensaje era para el hombre que le pedía el favor. De pronto sintió que debía ayudarnos a escapar. Lo primero, era responder al mensaje, y lo hice con este texto:

«Ala te guarde, señora mía, y la bendita Marién. Los cristianos somos fieles a nuestra palabra y te prometo que si es tu deseo convertirte en mi esposa, así será. Puedes escribir siempre que quieras, pues tengo cerca a alguien que conoce tu lengua. Espero tus indicaciones. Por vos toso los que estamos aquí presos en esta celada, moriríamos».

A los dos días, pude mandar el mensaje mediante la caña. Ese mismo día, el renegado me contó que se había enterado de que allí en esa casa vivía un moro muy rico, llamado Agi Morato. y que este hombre tenía una única hija.

– Dicen que es la mujer más bella de todo el territorio- me dijo- Y su nombre es Zoraida.

La siguiente nota de Zoraida daba indicaciones:

«Os daré mucho dinero para que podáis comprar una barca. Yo el viernes que llega en dos semanas esperaré en el jardín donde vivo con mi padre. Os daré las señas. Huiremos en la barca a tierras cristianas y allí seré vuestra esposa».

El plan se puso en marcha. El renegado sería el encargado de comprar la barca. Como no la venderían a un español, usaría de ‘cebo’ a un moro, pagándole algo de dinero a cambio. Después, se aseguraría de conseguir que escapara junto a mis compañeros de celda. Yo buscaría a Zoraida y escaparíamos juntos. Pasaron quince días hasta que llegó el momento.

(‘Historia del cautivo’ – Adaptación escrita por Estefanía esteban)

«Te prometo que si es tu deseo convertirte en mi esposa, así será»

(Historia del cautivo)

Qué temas puedes trabajar con la historia del cautivo

Utiliza estos dos capítulos de ‘La historia del cautivo’ de Don Quijote de la Mancha para reflexionar sobre:

  • La caridad.
  • El valor de la bondad.
  • La fidelidad.
  • El sentimiento de pérdida de libertad.
  • La esperanza.

Reflexiones sobre estos capítulos de la historia del cautivo

Si hay algo que sobresale en esta historia del cautivo, es el sentimiento de esperanza que movía a nuestro protagonista a seguir luchando por la libertad arrebatada. La fe, cuando es fuerte, obtiene recompensas. A veces llega de la forma más insospechada.

  • La solución a los problemas a veces llegan de forma inesperada: Nuestro protagonista de esta historia del cautivo no dejó de creer en ningún momento. A pesar de la situación por la que pasaba, siguió teniendo fe y sintiendo que podía conseguir la libertad para regresar a su tierra. Esta fe le mantuvo ilusionado y con vida, le dio fuerzas para seguir intentando, una y otra vez, cambiar su destino. Al final, sus esfuerzos tuvieron una respuesta, y llegó de la forma más inesperada.
  • No desperdiciemos las oportunidades: En la historia del cautivo, Zoraida fue como una luz en medio de la oscuridad. Fue la respuesta a todas sus plegarias. Y no estaba dispuesto a desaprovechar esa oportunidad. La historia del cautivo también nos habla de la necesidad de no dejar pasar esas señales. Muchas veces por cobardía, por miedo, por inseguridad, decimos no a una oportunidad, dejándola pasar… Y después, no vuelven.

En la vida hay que luchar y sí, a veces se pierde, pero si no se lucha, nunca se ganará. El cautivo decidió arriesgar e intentar de nuevo una huida. Y esta vez, tenía alguien más por quien luchar.


«Nunca pierdas la esperanza. Con fe, los problemas encuentran solución»

— (Reflexiones sobre ‘Historia del cautivo’)

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Y recuerda que muchos cuentos y relatos los puedes escuchar narrados mediante podcast. Los encontrarás en los canales de Tucuentofavorito.com en Spotify y en Ivoox.

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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