Esta historia, la hazaña de John Maynard, está basada en hechos reales, pero tanto el nombre de este timonel, como algunos datos de su heroica hazaña, fueron ‘retocados’ para construir la impactante ‘leyenda’. Su actuación a bordo del barco Erie fue comentada en muchos periódicos de la época, y utilizada como ejemplo de sacrificio y entrega a los demás.
Debemos remontarnos a finales del siglo XIX. Maynard (en realidad, Fuller), era el timonel de un enorme buque de vapor que transportaba familias enteras con niños y mujeres. Y aquí comienza nuestra historia…
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ToggleLa leyenda de John Maynard y el buque Erie
Navegaba el inmenso buque de vapor por las frías aguas de uno de los lagos de Canadá y Estados Unidos, el lago Erie, entre Búfalo y Chicago. El barco, el más elegante y rápido del momento, se llamaba precisamente igual que este enorme lago.
El capitán descansaba feliz en su camarote. La mayoría dormía, pero también se escuchaban algunos cánticos y el murmullo de pasajeros felices. Ya quedaba poco para llegar a tierra. Familias enteras, mujeres con niños… soñaban con llegar pronto a su destino. Desde la cabina del timón, el piloto John Maynard también fantaseaba con reencontrarse pronto con su mujer y su hijo.
El viento se había calmado. El agua del lago estaba tranquila. ¿Qué posibilidades había de pensar en una catástrofe? Tanto el capitán como Maynard pensaban serenos en el cercano destino, a punto de alcanzarlo, después de superar la peligrosa travesía. Sin embargo, la paz se hizo añicos en cuestión de un breve segundo, tras el grito de uno de los tripulantes de calderas:
– ¡Fuegooo!- se oyó como un desgarro desde las entrañas del gigantesco buque de vapor.
El capitán salió a cubierta y pudo ver entonces una ligera llama roja. El sonido de las ruedas golpeando la espuma del agua comenzó a disiparse, ante el crepitar del fuego devorando con rapidez cada palmo del barco de madera. Los pasajeros comenzaron a gritar. Muchos salieron despavoridos a la cubierta. Alguno, desesperado, se lanzó al agua.
La heroicidad de John Maynard
– ¡Escuchad!- gritó el capitán- ¡Estamos a solo diez minutos de llegar a tierra! Si nuestro timonel consigue resistir en su puesto, llegaremos a tiempo, antes de que el barco termine de quemarse.
Todas las miradas se desviaron entonces a Maynard, en su puesto, junto al timón, próximo a las llamas.
– ¡Aquí seguiré, señor!- respondió bien seguro el joven John Maynard.
Todos se tranquilizaron. Diez minutos, diez, y podrían salvar sus vidas. Los niños se abrazaban a sus madres, mientras el barco navegaba a toda prisa, en una alocada carrera contra las llamas. El humo cubrió entonces la zona del timón. Ya no veían a John Maynard.
– Maynard, ¿sigue ahí?- gritó angustioso el capitán.
– Aquí sigo- respondió una voz muy débil.
Las llamas avanzaban, y el capitán buscó chalecos salvavidas. Muchos los usaron para lanzarse al agua. Ya se veía la costa, con sus luces y el faro. Estaban muy cerca… Pero las llamas eran cada vez más intensas. Se bajaron los botes salvavidas y muchos de los pasajeros se ubicaron en ellos.
El barco parecía una inmensa hoguera. Justo entonces, las calderas del barco explotaron y con el buque de vapor, desapareció por siempre aquel heroico timonel, que no abandonó su puesto en ningún momento. Poco después de esta explosión, el buque Clinton, cercano a ellos, consiguió llegar a tiempo para rescatar a decenas de personas.
Reflexiones sobre esta historia de Juan Maynard
Esta historia fue contada por el capitán Titus, que consiguió sobrevivir a esta catástrofe, la del incendio del majestuoso barco de vapor Erie, un 9 de agosto de 1841, aunque la noticia habla también de más de 200 fallecidos en numerosos periódicos. Sin embargo, hubo una confusión con el nombre del timonel, que en realidad se llamaba Augustus Fuller (que también se transcribió erróneamente como Luther Fuller). Él, según Titus, permaneció en su puesto hasta morir abrasado por las llamas. Solo tenía 23 años de edad.
«La leyenda de John Maynard nació del testimonio del capitán del Erie, Titus, que aseguró que su timonel permaneció en su cabina hasta el último momento»
(Sobre la historia de John Maynard)
En aquel momento, el Erie era uno de los buques más populares. Y también uno de los más rápidos. Hacía la travesía entre Búfalo y Chicago, atravesando el lago de gélidas aguas Erie, entre Canadá y Estados Unidos. La historia de John Maynard fue utilizada como un ejemplo de sacrificio y entrega por el bien común.
El origen del incendio del Erie
Pero durante ese viaje, entre los pasajeros se encontraban unos pintores que habían subido a bordo una gran cantidad de barniz y trementina. Fue el origen del incendio que acabó con el buque y la causa de que las llamas devoraran el barco con tanta rapidez.
Ese 9 de agosto, el barco de vapor transportaba 340 pasajeros a bordo. Entre ellos, muchas familias completas, con numerosas mujeres y niños. Muchos eran emigrantes suizos y alemanes que soñaban con una nueva vida en Estados Unidos. También una banda de música al completo, la Erie Band, de la que solo se salvaron dos integrantes.
A pesar de los esfuerzos del capitán y del timonel John Maynard, en el incendio se perdieron 254 vidas. Se salvaron, por lo tanto, menos de un centenar. Entre los supervivientes solo había una mujer.
Otro barco, el Clinton, se encargó de ayudar al Erie y de intentar rescatar el máximo número de cuerpos. Esta noticia fue recogida por numerosos medios escritos de la época, nacionales e internacionales.
Otras increíbles historias para reflexionar
¿Te gustó la historia de John Maynard? Aquí tienes otras historias de personajes conocidos que tal vez te resulten inspiradoras:
- El joven Alejandro y Bucéfalo: Esta preciosa anécdota parte de uno de los personajes más populares de la historia, Alejandro Magno. Narra cómo consiguió domesticar a su caballo, Bucéfalo.
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