Este cuento de invierno procede de la zona de Ucrania. Se llama ‘La niña de nieve’, y hace referencia a una historia agridulce sobre la corta vida de una ilusión. Un cuento para adolescentes y adultos, con el que podemos reflexionar acerca de lo efímera que es la vida y sus ‘regalos’ y lo importante que es aprovechar cada minuto de ella.
TIEMPO DE LECTURA: 4 MINUTOS Y MEDIO
Un cuento ucraniano sobre las ilusiones: La niña de nieve
Una pareja de ancianos vivía en una acogedora y humilde cabaña de madera en medio del campo. Había nevado mucho, hacía frío, y los niños jugaban alegres fuera.
La anciana, Marusha, removía una sopa en una olla que había puesto a calentar al fuego. Su anciano marido, Youshko, llegaba con un haz de leña.
– ¡Marusha! ¡Ven a mirar por la ventana! Los niños han hecho un muñeco de nieve. ¡Se parece al alcalde!, ja, ja, ja.
La mujer se acercó y contempló la alegría de los pequeños, disfrutando del primer día de nieve del invierno. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Ellos jamás habían podido tener un hijo. ¡Cómo le hubiera gustado poder tener un niño en casa! Poder colocar sus calcetines mojados cerca del fuego, y sus zapatitos pequeños junto a la puerta… Y ya era tarde. Nunca podría regalar a un hijo todo ese amor que sentían. Ese amor que nunca pudieron dar.
El anciano se dio cuenta de la tristeza de su mujer.
– Escucha, Marusha. ¿Y si hacemos nosotros un muñeco de nieve como el de los niños?
– ¡Youshko! ¿Cómo vamos a hacer eso? Si nos ven, se reirán de nosotros… Ya somos lo bastante mayorcitos…
– Quita, quita, no lo sabrán. Iremos a un lugar en donde nadie pueda vernos.
El anciano pudo convencer a su mujer. Se abrigaron y salieron de casa. Se pararon a jugar un rato con los niños. ¡Habían comenzado una batalla de bolas de nieve! Y no había nada que les divirtiera más. Después se alejaron hacia un pequeño bosquecito en donde la nieve era pura y limpia.
Entre los dos, hicieron un pequeño muñeco, redondito, perfecto. Con su naricita, sus manos, y sus dos agujeros en forma de ojos en medio del rostro. Al terminar, lo contemplaron muy orgullosos. Pero de pronto, los ojos del muñeco se transformaron en dos pequeños ojos azules, muy azules. Las mejillas se tiñeron con un rosa muy pálido. De la cabeza del muñeco crecieron unos graciosos rizos dorados y a las manitas les crecieron dedos. Los ancianos se frotaron bien los ojos. ¿Sería un sueño? Aquel pequeño muñeco de nieve ahora era una niña que les miraba con sus dulces ojos llenos de amor.
– ¡Marusha! ¡Al fin tenemos una niña!
– Tal vez estemos soñando, Youshko…
Los ancianos se pellizcaron, pero la niña seguía allí. La cogieron en brazos y la llevaron a su casa, con miedo a que ese sueño se terminara en cualquier momento. Pero los niños continuaban con su improvisada batalla de bolas de nieve y todo parecía tan real…
– La pondremos de nombre Snegorotchka, la niña de nieve- dijo el anciano.
Snegorotchka, la niña de nieve
La pareja dio de comer a la niña y la acostaron. Al día siguiente seguía allí, con ellos, pero había crecido mucho. Ya hablaba y les llamaba por su nombre.
La pequeña se hizo amiga de los demás niños del lugar. Les enseñaba a bailar como los copos de nieve, primero como un remolino y luego con pasos lentos y suaves. Y también a construir palacios y castillos de nieve, con escaleras, puertas y todo tipo de muebles. Era realmente admirable la facilidad con la que la pequeña Snegorotchka hacía cualquier cosa que quisiera con la nieve. Pronto se convirtió en la amiga preferida de los niños, en energía para los mayores y en la luz para Yosuhko y Marusha. ¡Todo era tan perfecto!
Pero el invierno fue pasando y pronto llegó el primer aliento de la primavera. La nieve comenzó a derretirse y el verde musgo ya asomaba con cierta timidez en las zonas más soleadas. El olor de las primeras flores ya podía llegar a la ventana. Y en lugar de alegrarse, Snegorotchka miraba con melancolía por el cristal. Los ancianos estaban preocupados. La niña de nieve ya no quería salir a jugar como antes, y su piel cada vez parecía más pálida.
– ¿Qué te pasa, Snegorotchka?- le preguntó Marusha- ¿Por qué ya no sales a jugar con los otros niños? ¿No quieres ver las flores de colores? ¡Son muy hermosas!
– Me gustaba tanto la nieve… Ojalá no se fuera nunca- dijo muy triste la niña.
– Tal vez es porque aún no conoces lo bonita que es la primavera- dijo entonces Youshko- Saldremos contigo y te diremos cómo se llama cada flor y descubrirás lo bien que huele.
Convencieron a la niña para salir, y se acercaron a una zona del prado llena de flores. El olor hacía que Snegorotchka temblara. Youshko la abrazó.
– Ven conmigo, no tengas miedo. Verás como al sol ya no tienes frío.
Entonces, un intenso y luminoso rayo llegó hasta los ojos de la pequeña. Ella dio un grito de dolor y poco a poco se fue desvaneciendo. Se desmayó en brazos del anciano, y una brillante lágrima recorrió una de sus pálidas mejillas. Entonces comenzó a hacerse más y más pequeña. Y en cuestión de segundos, de la niña de nieve solo quedó una pequeña gota de rocío, que cayó sobre el pétalo de una de las flores de la primavera. Yousko la recogió con mucha delicadeza y se la dio a Marusha. Los dos comprendieron que su pequeña niña estaba hecha de nieve y solo podía vivir durante el invierno.
Reflexiones sobre el cuento ‘La niña de nieve’
Sí, los sueños a veces se cumplen, las ilusiones se hacen realidad. Pero no duran para siempre… La vida pasa deprisa y debemos aprovechar al máximo cada uno de sus minutos. Estas son algunas de las reflexiones de ‘La niña de nieve’:
- La ilusión que se hizo real: Los ancianos tenían un sueño incumplido, que era el de tener un hijo. Les encantaban los niños y jamás habían podido tener uno. Pero los sueños, aunque tarden, pueden cumplirse. Y no siempre llegan cuando nosotros deseamos. En este caso, en ‘La niña de nieve’, los ancianos, ya muy mayores, habían perdido ya todas las esperanzas. A su edad, ¿cómo iban a poder tener un hijo? Sin embargo, los ‘milagros’ suceden, y ese invierno, fueron testigos de uno. Frágil y efímero, sí, pero al fin y al cabo, lo pusieron vivir, durante unos meses.
- Nada es eterno: Las emociones pasan. Todas. Y los sueños, aunque se cumplan, no son eternos. La vida pasa deprisa y con ella desaparecen muchas de nuestras experiencias. por eso debemos disfrutarlas al máximo antes de que se vayan. La historia de ‘La niña de nieve’ nos recuerda que estamos aquí solo un tiempo limitado, que nuestra vida llega y se irá en un suspiro, y que por ello, debemos vivir con intensidad cada momento de ese ‘invierno’ que en este cuento simboliza nuestra vida sobre la Tierra. Estamos ‘de paso’, pero en ese paréntesis podemos dejar a nuestro paso mucho amor.
«Los sueños se cumplen, aunque no siempre como nosotros queremos ni cuando nosotros deseamos»
(Reflexiones de ‘La niña de nieve’)
Una última reflexión sobre ‘La niña de nieve’
- La vida y su crueldad: Tal vez pienses que hubiera sido mejor que los ancianos jamás hubieran vivido aquella felicidad tan efímera. La vida parece cruel: te da y te arrebata la felicidad cuando menos te lo esperas. Pero, ¿no es mejor ser feliz aunque solo sea una estación que no vivir esa felicidad nunca? La niña de nieve ofreció a los ancianos aquel sueño que ya no creían poder vivir. No duró mucho, pero lo suficiente como para haber disfrutado de aquella experiencia.
«La vida es una estación corta y efímera. Vive cada uno de sus días como si fueran únicos»
(Reflexiones sobre ‘La niña de nieve’)
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