Los crímenes de la Rue Morgue. Relato policiaco para adolescentes

Aquí encontrarás una versión más resumida de uno de los relatos policiacos más espléndidos de la literatura: ‘Los crímenes de la Rue Morgue’, un relato de misterio para adolescentes y adultos, escrito por el genial Edgar Allan Poe. Pon a prueba tu ingenio y capacidad de análisis analítico para comprobar si eres capaz de resolver este extraño crimen. ¿Te atreves?

TIEMPO DE LECTURA: 16 MINUTOS

Un increíble relato de misterio para adolescentes y adultos: Los crímenes de la Rue Morgue

Relato policiaco para adolescentes: Los crímenes de la Rue Morgue
‘Los crímenes de la Rue Morgue’, un relato policiaco para adolescentes y adultos

Es increíble hasta dónde puede llegar la capacidad analítica del cerebro. Existen personas con una gran capacidad para analizarlo todo hasta el punto de encontrar realidades que pasan desapercibidas ante la mayoría de los ojos. Es el caso de mi buen amigo Auguste Dupin, un hombre con el que entablé amistad durante mi estancia en París.

Conocí a Dupin en la biblioteca. Ambos buscábamos los mismos extraños libros, y enseguida comenzamos a hablar. Él, a pesar de venir de buena familia, había perdido todo el dinero y le pareció buena idea compartir habitación conmigo.

A los dos nos gustaba la noche, y durante el día, bajábamos las persianas para emular el silencio y la oscuridad nocturna. Nos ayudaba en nuestras ensoñaciones. Pero la inteligencia analítica de mi amigo era muy superior a la del resto de la humanidad. Os pondré un ejemplo: una noche paseábamos por un estrecho callejón. Llevábamos quince minutos callados, pensando en nuestras cosas, cuando de pronto, él dijo:

– Cierto, es demasiado bajo para ese papel.

– ¿Cómo?- respondí yo, atónito ante esa frase que reafirmaba el pensamiento que en ese momento corría por mi mente.

– Lo que le digo, y lo que estás pensando: que el señor Chantilly es demasiado bajito para el personaje que interpreta en esa obra de teatro.

Yo me quedé totalmente atónito.

– ¿Pero cómo sabes que estaba pensando eso?

– Por el hombre de las verduras.

– ¿El hombre de las verduras?

– Sí, ese joven con el que chocaste hace quince minutos.

– ¿Y qué tiene que ver?

Los crímenes de la Rue Morgue: la solución al misterio de mis pensamientos

– Verás… Al chocarte con el hombre que llevaba verduras, tropezaste en un adoquín mal colocado. Desde ese momento no dejabas de mirar al suelo. Llegamos a una calle muy bien asfaltada, y tus labios se movieron para pronunciar en bajo ‘estereotomía’, un término que se usa para nombrar ese tipo de pavimento. De ahí, imaginé que pensabas en Epicuro, y en su teoría de Orión, que es la más famosa.

Me di cuenta porque miraste a las estrellas. Recordé que tras ver el otro día la obra de teatro, leímos una crítica que mencionaba en una frase en latín a Orión… y de ahí pensé que estabas por tanto pensado en la obra de teatro y en el personaje principal. De pronto te estiraste, porque hasta entonces andabas encorvado… por lo que deduje que estabas pensando en la altura del protagonista.

– Es increíble- dije totalmente impresionado por la capacidad analítica de mi compañero.

Los extraños crímenes de la Rue Morgue

Al día siguiente, leímos en el periódico un extraño suceso: en la Rue Morgue habían asesinado a una mujer anciana y a su hija, Madame y Mademoiselle L’Espanaye, en extrañas circunstancias. Sucedió de noche, en un edificio de cuatro plantas. Todo el edificio pertenecía a Madame L’Espanaye. Las mujeres no solían salir mucho, y algunos vecinos aseguran que la más joven se dedicaba a leer la buenaventura, un dato este, sin confirmar.

El caso es que según las noticias, los vecinos oyeron unos gritos espantosos, y al llegar a la planta de arriba, tuvieron que forzar la puerta con ayuda de unos policías, ya que estaba cerrada por dentro. El escenario de los crímenes de la Rue Morgue era terrible: todos los muebles destrozados, un mechón de cabello gris arrancado junto a la chimenea y una navaja de barbero ensangrentada en una silla…

Y después de buscar los cuerpos por todas partes, y al encontrar la policía mucho hollín por toda la habitación, hallaron el cuerpo de la mujer joven atascado en la chimenea y cabeza abajo, con profundos arañazos y marcas terribles alrededor del cuello. A su madre la encontraron en el patio, con muchas partes del cuerpo roto y la cabeza seccionada, supuestamente, por una navaja.

Los misterios más extraños de los crímenes de la Rue Morgue

El caso era realmente extraño porque los accesos a esa habitación estaban cerrados, y la chimenea era tan estrecha que no podía caber una persona. De hecho, el cuerpo de la mujer tuvo que ser rescatado entre varias personas, porque no eran capaces de sacarlo de allí.

En la habitación solo había dos ventanas. Pero ambas estaban cerradas por dentro y una de ellas además, estaba tras la cabecera de la cama y daba a un patio interior.

Los policías no entendían qué podía haber pasado. Los testigos daban datos muy confusos. Todos coincidían en que habían escuchado dos voces: una de ellas más grave, con acento francés y otra más aguda, de género indeterminado y nacionalidad confusa. De hecho, los testigos eran un español, un italiano, un francés y un inglés, y cada uno aseguraba que la voz aguda era de otra nacionalidad distinta a la suya.

– Parecía un ruso- dijo el francés.

– Yo creo que era más bien inglés- dijo el español.

– No, no..era español- dijo el italiano.

Todo esto arrojaba mucha más confusión a un crimen que además carecía de motivo, ya que el dinero que tenían las mujeres, no había desaparecido. Un caso ideal para Mr Dupin, que decidió pedir un salvoconducto a un amigo policía para analizar in situ el lugar del crimen.

Dupin visita el edificio de la Rue Morgue

Dupin y yo acudimos ese mismo día a supervisar el escenario de los crímenes de la Rue Morgue. Mi amigo primero analizó bien los alrededores del edificio. Después subimos hasta la cuarta planta. Los cuerpos de las víctimas aún estaban sobre la cama, y pudimos observar de cerca las marcas y golpes que acabaron con su vida. Dupin observó los restos de pelo que mademoiselle L’Españaye tenía en las uñas. Después comenzó a observar el cuarto.

La habitación tenía cuatro puntos de entrada y salida: una puerta, dos ventanas y una chimenea. Sin embargo, la puerta estaba cerrada por dentro cuando sucedió el crimen. Las ventanas también. Y la chimenea era demasiado pequeña para que pudiera deslizarse por ella una persona.

Aún así, Dupin empezó a comprobar las dos ventanas. Una de ellas efectivamente estaba atornillada y no podía abrirse. Pero la que había tras el cabecero de la cama, a pesar de tener el mismo tornillo, al moverla, comprobó que en realidad la cabeza del tornillo estaba suelta y la ventana podía abrirse. De hecho, tras ella, había una extraña celosía que facilitaba el agarre de unas manos.

Después de hacer estas y otras comprobaciones, Dupin salió del edificio satisfecho y reflexivo.

Dupin resuelve el extraño caso de los crímenes de la Rue Morgue

Al día siguiente, Dupin parecía esperar a alguien, sentado en su sillón.

– Sí, espero a alguien- me dijo entonces- Debes estar preparado, y buscar tu pistola, porque tal vez tengamos que detenerle. Si los cálculos no me fallan, y aunque no sea el causante directo de los terribles crímenes de la Rue Morgue, sí está implicado directamente en ellos.

– ¿Implicado? ¿Ya has resuelto el caso?

– Te lo explicaré: verás, amigo, para llegar a mis conclusiones, me he basado en todos los misterios que la policía ha pasado por alto y que realmente son determinantes para dar con el asesino del crimen. Uno de los misterios por resolver es cómo pudieron dos hombres entrar en la habitación de las mujeres si todos los accesos estaban cerrados por dentro… pero ya te demostré allí que la ventana que hay tras la cabecera de la cama, podía abrirse aunque aparentemente estaba cerrada.

– Pero… aún así, debe ser alguien muy fuerte y ágil para poder descolgarse por ahí…

-Cierto, alguien ágil y fuerte. Sobre todo fuerte, teniendo en cuenta la brutalidad del crimen… Si no, ¿cómo explicas que el cuerpo de la mujer más joven apareciera de esa forma dentro de una chimenea en donde apenas cabía? ¿Y que la cabeza de madame L’Espanaye estuviera cortada con un solo corte de una navaja de barbero? ¿Y el cabello arrancado? ¿Sabes la fuerza que se necesita para eso? Además, está el pelo en las uñas de mademoiselle L’Espanaye y esa voz…

– ¿El pelo? ¿Y la voz?

– Sí. El pelo que ella tenía en las uñas… este. Tomé una muestra para que lo vieras.

Quién es el autor de los crímenes de la Rue Morgue

– Vaya, qué pelo tan extraño… no parece humano.

– ¡Eso es! No parece humano… como las marcas de los dedos alrededor del cuello de la mujer más joven, que no coinciden con los nuestros, sino con los de este otro animal…

Y diciendo esto, Dupin me enseñó una noticia acerca de un extraño orangután de las islas de la India oriental. De pronto todo parecía encajar, absolutamente todo era comprensible… ¡un orangután! ¡Por eso nadie conseguía interpretar el acento de su extraña voz!

– ¿Y la otra voz?- pregunté entonces.

– Ah, sí…la otra voz. Y aquí es donde entra en juego la persona a la que espero, amigo mío. Evidentemente, el orangután no puede ir solo por ahí. Mi hipótesis es que se le escapó al hombre de la voz grave y todo fue un terrible accidente.

– ¿Y por qué vendrá hasta aquí?

– Como imaginé que el orangután se escapó, pensé que tal vez seguiría libre, así que nada más salir del edificio, fui a la rotativa del periódico a poner este anuncio: ‘Encontrado un orangután de Borneo, perteneciente a un marino maltés. Por favor, se ruega que el propietario lo retire en la calle… ‘.

– ¿Y cómo sabes que es un marino maltés?

– Hallé junto al edificio una cuerda con un nudo marinero, y deduje que era un francés que llegaba en alguno de los barcos malteses.

En ese momento, escuchamos unos pasos… el marino maltés había picado en el anzuelo.

El marino maltes y el orangután y los crímenes de la Rue Morgue

Efectivamente, al fin vieron al marino al que Dupin hizo referencia: era un hombre joven y robusto, con largas patillas y un gran bigote. Al entrar, se sentó ante la señal de Dupin:

– Bien, supongo que viene a recuperar a su orangután- dijo Dupin.

– Sí señor, muchas gracias. Le pagaré por las molestias ocasionadas…

– Bueno, yo no quiero dinero. A cambio de su animal solo pido una cosa… que me cuente todo lo que pasó en la Rue Morgue la pasada noche.

El marinero se puso nervioso, se levantó, pero al comprobar que la puerta estaba cerrada y que Dupin sostenía un arma, no tuvo más remedio que volver a su asiento.

– No tema, no le haremos daño. Ya lo sabemos todo, y usted no es responsable directo de los crímenes, pero reconozca que se ha mentido en un buen lío. No le costará nada certificar todas nuestras conjeturas…

Y el marinero al fin comenzó a confesar lo que había sucedido aquella terrible noche de los crímenes de la Rue Morgue:

El terrible relato de lo que pasó la madrugada de los crímenes de la Rue Morgue

– Verán, encontré el orangután en la selva de las Indias y un compañero y yo decidimos traerlo a París, pero mi compañero murió y yo me hice cargo de él. Un día, ya aquí, el orangután se escapó de su cuarto y agarró mi navaja de barbería.

Me asusté al verle con ese arma y comencé a agitar el látigo. Era de madrugada y él se puso más nervioso. Saltó por la ventana y comenzó a correr por las calles. No había nadie, y por supuesto, le seguí.

De pronto, se vio atraído por la luz que salía de la ventana del cuarto piso de la Rue Morgue. Y trepó por el edificio hasta llegar a una ventana por donde se introdujo en la habitación.

Yo le seguí con mucho esfuerzo, pero al llegar a la celosía de la ventana, me detuve al comprobar con horror lo que pasaba: el orangután agarraba el cabello de la mujer más anciana y haciendo el gesto de barbero, le cortó el cuello. Mientras, la otra mujer se había desmayado. Al ver la sangre, el orangután se puso más nervioso y agarró a la mujer joven por la garganta hasta estrangularla. Luego la introdujo a la fuerza por la chimenea, lanzó a la otra mujer por la ventana, y empezó a saltar y a destrozar todos los muebles. Yo gritaba, asustado, hasta que me deslicé hacia abajo y me fui corriendo a mi casa.

Y ahí estaba, tal y como lo había explicado mi amigo Dupin. Días después, consiguieron atrapar al orangután, y su dueño quedó libre y sin cargos. El terrible crimen de la Rue Morgue quedó archivado para siempre como un terrible accidente ocasionado por un animal enfurecido.

Reflexiones sobre la historia de Los crímenes de la Rue Morgue

Esta es sin duda uno de los relatos más increíbles que se han escrito dentro del género policiaco. En él se develan tres misterios asombrosos que el lector debe analizar y resolver. Analizamos las características principales de los crímenes de la Rue Morgue:

  • Un espacio cerrado: El lugar donde tuvieron lugar los crímenes de la Rue Morgue se trata de un recinto al que aparentemente no hay forma de acceder. Sin embargo, siempre queda algún cabo suelto.
  • Sin aparente móvil del crimen: En la habitación de las dos asesinadas no faltaba nada, y mucho menos, dinero. Tampoco tenían deudas pendientes ni conocían a demasiadas personas. El móvil del crimen se reduce y esto complica la investigación. ¿Por qué motivo mataron a las mujeres entonces?
  • Ningún sospechoso: Los testigos de los crímenes de la Rue Morgue hablaban de una voz grave y otra voz sin identificar. Con esos datos, es casi imposible dar con un sospechoso. No hay nadie que haya visto nada, solo escuchado. Y los sonidos eran confusos.

El relato propone agudizar la inteligencia analítica y buscar respuestas menos comunes a los acertijos. ¿Lo conseguiste tú?

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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