Descubre que hay detrás de las 54 gárgolas de Notre Dame, que custodian los dos campanarios de la catedral más famosa de París, y también la que encierra más leyendas y misterios… ¿Qué habrá detrás de las inquietantes gárgolas, las observadoras desde lo más alto del ajetreo parisino a lo largo del Sena?
Descubre esta historia, un mito inventado, que nos sitúa en un tiempo muy remoto y que nos habla sobre todo de la envidia y sus consecuencias.
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El increíble mito de las 54 gárgolas de Notre Dame
Cuentan que hace muchos años, existió un pequeño barrio a las afueras de París, conocido como Gaillon. En él vivía gente muy pudiente y culta, de refinados modales y grandes aspiraciones. De hecho, creían de verdad que su barrio era mucho más hermoso y especial que el resto de zonas de París. Era elegante y muy limpio. Nada que ver con otras zonas de la ciudad…
Pero la gente de Gaillon sentía especial envidia hacia los habitantes de otro barrio, el de Îlle de la Cité, un barrial floreciente junto al Sena en donde se tomó la decisión un buen día construir la más hermosa de las catedrales.
Pero, ¿cómo que escogieron ese barrio tan nuevo y no el suyo para edificar la catedral? Para ellos, esto era una auténtica declaración de guerra.
¿Qué hicieron entonces los habitantes de Gaillon? Decidieron competir y crear una catedral más alta y hermosa que la del otro barrio. Para ello, consiguieron contratar a los mejores arquitectos y aparejadores de la zona. Y se pusieron manos a la obra. En total, eran 54 las personas implicadas en este proyecto.
Pasaron los años y Notre Dame fue al fin acabada. Sus majestuosos 69 metros de alto y su hermoso rosetón creaban sensación en todo el mundo.
– ¡La nuestra será mucho más hermosa y sobre mucho más alta!- protestaron los habitantes de Gaillon, que año tras año iban añadiendo una nueva planta a su edificio.
Sin embargo, nunca les parecía suficiente. Debía ser más alta, más espectacular, majestuosa… Debían decorarla con más figuras de oro… Siempre más y más.
Cansado de esta batalla y estos celos inagotables de estos habitantes de Gaillon, Dios decidió castigarlos y un buen día, antes de que terminaran su construcción, convirtió a las 54 personas empeñadas en este desafío en gárgolas. Algunos en animales, otros con rostro humano y unos pocos, en monstruos.
Dios decidió colocar las gárgolas en lo más alto de Notre Dame, en un pasadizo que unía los dos campanarios, condenados así a admirar para siempre el más hermoso de los barrios de París y a custodiar la catedral que tanto envidiaban.
Qué temas podemos trabajar con el mito de las 54 gárgolas de Notre Dame
Utiliza esta historia del mito de las 54 gárgolas de Notre Dame para reflexionar sobre:
- La envidia y sus consecuencias.
- Cuándo la competitividad deja de ser sana.
- La ambición que nos corrompe.
- A dónde nos lleva la prepotencia.
Reflexiones sobre este mito de las 54 gárgolas de Notre Dame
La ambición desmedida puede jugarnos una mala pasada. Más aún si se entremezcla con la envidia. Entonces, las consecuencias pueden ser terribles…
- La envidia que nos lleva por mal camino: En esta historia de las 54 gárgolas de Notre Dame tenemos dos barrios enfrentados. Pero mientras que uno de ellos sólo piensa en prosperar, sin compararse con nadie, el otro barrio, más pudiente, busca a toda costa destacar y eclipsar a su vecino.
La diferencia entre admiración y envidia es que al admirar a alguien, te alegras de sus logros e intentas por tus medios inspirarte en el camino marcado. La persona que envidia, es terriblemente infeliz. Busca hacer daño al otro creyendo que sólo así podrá destacar y ponerse por encima. Pero el daño muchas veces se termina volviendo en contra del envidioso, como pasó en esta historia de las 54 gárgolas de Notre Dame.
Una reflexión más sobre el mito de las 54 gárgolas de Notre Dame
- La ambición y prepotencia del barrio rico: Los habitantes del barrio más pudiente en este mito de las 54 gárgolas de Notre Dame, pensaban que con dinero podrían lograr cualquier cosa. Pero la ambición es como una bola de nieve que cada vez se hace más grande. No supieron frenar a tiempo y nada les parecía suficiente. La ambición les terminó cegando y su prepotencia, fue castigada.
«La persona que envidia, es terriblemente infeliz»
— (Reflexiones sobre el mito de las 54 gárgolas de Notre Dame)
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