Extraordinaria historia de dos tuertos. Un cuento de misterio

Si te gustan los relatos de misterio, disfrutarás con el cuento de ‘Extraordinaria historia de dos tuertos’, un relato de coincidencias con un final inesperado. Descubre qué le sucedió a un joven tuerto francés. Este genial relato, la historia de dos tuertos que esconden un secreto, está escrito por el argentino Roberto Arlt (1900-1942).

TIEMPO DE LECTURA: 8 MINUTOS

La extraordinaria historia de dos tuertos, para adolescentes y adultos

Extraordinaria historia de dos tuertos, un cuento de misterio para adolescentes y adultos
‘La extraordinaria historia de dos tuertos’, un relato de misterio para adolescentes y adultos

Os contaré un suceso muy extraño que me sucedió hace tiempo. Bueno, que me sucedió a mí y a mi conocido Hortensio Lafre, tuerto como yo.

Perdí uno de mis ojos de niño, por culpa de un accidente de caza cuando acompañaba a mi padre. Precisamente esta afición que se convirtió en una obsesión, acabó hundiendo su negocio y llevándonos a la pobreza.

Mi madre se instaló en el humilde barrio latino de París con todos sus hijos. Y al crecer, conseguí un honrado puesto de trabajo en una compañía de seguros. Yo debía ir a las viviendas de los asegurados a cobrar la mensualidad.

Gracias a este trabajo conocí al señor Lambet, un honorable y elegante hombre que vivía solo en una casita en Mont Parnasse.

Un día aquel hombre me dijo:

– No se lo tome a mal, pero debería usted colocarse un ojo de vidrio. De esta forma, podría encontrar un mejor trabajo. No atrae mucho un tuerto, pero sí un hombre con un ojo de cristal. Ahora hacen ojos tan perfectos que cuesta notar la diferencia…

– Sí, lo entiendo- dije yo- pero señor Lambet… ¿cómo podría yo pagar un ojo de vidrio? Seguramente sea muy caro, y ya sabe usted dónde vivo y en qué condiciones… No tendría dinero suficiente para pagarlo.

– Sí, ya le entiendo… pero… ¡me recuerda tanto a un hijo mío fallecido! Deje que haga por usted algo bueno. Deje que le ayude. Yo conozco a una persona que podría conseguir un ojo de vidrio para usted. Se llama Monsieur Tricot. Es un comerciante amigo mío. Trabaja con lentes y por supuesto, con ojos de cristal. Vaya mañana mismo y veremos qué se puede hacer…

La extraordinaria historia de dos tuertos: El misterioso Monsieur Tricot y el ojo de vidrio

Yo salí de allí totalmente perplejo, pero conmovido por el gesto tan bondadoso de aquel hombre. Y, aunque mi familia no terminaba de fiarse, acudí al día siguiente a ver al tal monsieur Tricot.

Nada más entrar en su tienda, me recibió con los brazos abiertos, y me hizo sentir como un hijo. Comenzó a buscar entre decenas de ojos de vidrio y me colocó en la cuenca uno tan perfecto que casi lloro de la emoción al mirarme en el espejo. Cuando le pregunté por el precio, respondió:

– Solo tiene que dar las gracias a su benefactor, el señor Lambet. Está todo arreglado… Y no olvides quitarte el ojo todas las noches y meterlo en un vaso con agua. Así no se estropeará el color. Los ojos de vidrio son muy sensibles a la humedad…

Salí de allí envuelto en una nube de excitación máxima. Y por supuesto, fui de inmediato a darle las gracias al señor Lambet.

– No tienes que agradecer nada… en realidad te dije que me recordabas mucho a mi hijo. ¿Y qué padre no haría cualquier cosa por su hijo? Lo que sí te pido a cambio, es que te vengas a vivir conmigo. Solo tendrás que venir a comer y a cenar… y puedes seguir haciendo tu vida. Aunque yo que tú buscaría desde ya otro trabajo mejor pagado. Ahora todos se acercarán más a ti.

La historia de dos tuertos y el gran negocio de los ojos de vidrio

Mi familia no vio con buenos ojos esa capacidad absorbente del señor Lambert, ni por supuesto, que me fuera a vivir con él. Pero la verdad es que no tengo ningún reproche hacia él en ese aspecto, ya que me trató como a un hijo todo ese tiempo. Un día, sin embargo, me dijo:

– ¡Acabo de encontrar para ti un trabajo fabuloso! Monsieur Tricot necesita un comercial para sus ojos de vidrio en Hamburgo. Eres la persona idónea. Debes empezar ya mismo. El único requisito es que te hospedes en un lugar llamado ‘Las tres grullas’.

La verdad es que no estaba muy convencido de que ese trabajo tuviera éxito, pero decidí acceder, y me transladé hasta el hostal indicado. Desde allí comencé a trabajar vendiendo los ojos de vidrio. Mi sorpresa fue tremenda ¡vendí casi un centenar de ojos! No sabía que hubiera tantos tuertos…

El extraño final de la Extraordinaria historia de dos tuertos

Sin embargo, la última noche antes de volver a París, sucedió algo extraño. Yo me encontraba en la cama, porque no me podía dormir. Serían las doce de la noche aproximadamente. Entonces oí abrirse la puerta, con ese chirriar tan característico de las bisagras oxidadas. Por supuesto, yo ni me moví, pero busqué con la mirada a la persona que entraba. ¡Era el dueño del hostal!

Por sorprendente que parezca, lo único que hizo fue llevarse el vaso con mi ojo de cristal. ¿Para qué querría él mi ojo de vidrio? Al cabo de un par de horas regresó con el vaso y lo dejó en su lugar.

A la mañana siguiente, no noté nada extraño en el ojo. Pero la cosa no quedó ahí. Ya en el tren, sucedió otra coincidencia. La persona que se sentaba a mi lado era un conocido mío desde la infancia, mi querido amigo Hortensio Lafre, que era tuerto, como yo.

– ¡Hortensio! ¿Qué haces tú en Hamburgo?

– Pues soy comercial.

– ¿Sí? ¿Y qué vendes?

– Ojos de vidrio…

– ¡Como yo!

– ¡No me digas! ¡Qué casualidad! Pues vine aquí por un benefactor que me pagó un ojo… desde entonces…

– ¿Un benefactor, dices?

– Sí. La verdad es que el hombre fue muy amable conmigo. ¡Me dijo que le recordaba a su hijo muerto! Después me llevó ante Monsieur Tricot y me consiguió este trabajo.

– ¡Lo mismo que me pasó a mi! ¿Tu benefactor no sería un hombre alto, canoso y con una barba puntiaguda?

– ¡El mismo!

– ¡El señor Lambert!

– Ante mí se presentó como Gervasio Turlot…

– ¡Qué extraño!

Después de contarle lo que viví esa misma noche, decidimos acudir a la comisaría para contar toda nuestra historia. El oficial estaba tan asombrado que apenas pudo decir palabra. Nos pidió los ojos de vidrio y volvió al rato con los ojos partidos por la mitad. Dentro de cada uno de ellos había un pequeñísimo rollo de seda con caracteres diminutos. ¡Eran mensajes relacionados con el encargo de un asesinato y las deudas de un oficial del ejército! No quedaba duda. El señor Lambet o Gervasio Turlot nos había estado utilizando como espías. ¡Sin que nos enteráramos!

(Adaptación escrita por Estefanía Esteban de ‘La extraordinaria historia de dos tuertos’ )

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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