La princesa sobre la colina de cristal. Cuento infantil noruego

Este precioso cuento, ‘La princesa sobre la colina de cristal’, es un cuento tradicional noruego para niños, un cuento de hadas que también nos habla de valores como la humildad, el esfuerzo y la perseverancia. No te pierdas la increíble historia de ‘Ceniciento’ (sí, una versión masculina de Cenicienta) y sus reflexiones finales.

TIEMPO DE LECTURA: 10 MINUTOS

El increíble cuento infantil de La princesa sobre la colina de cristal

El cuento infantil La princesa de la colina de cristal
El cuento ‘La princesa de la colina de cristal’

Vivía un campesino en el bosque junto con sus tres hijos. Los dos mayores tenían un carácter fuerte y aunque estaban llenos de virtudes, eran muy vanidosos. Se burlaban constantemente de su hermano pequeño, al que llamaban ‘Ceniciento’, porque al ser la casa pequeña, dormía junto a las cenizas de la chimenea. Pero él, que era muy bondadoso y siempre estaba de buen humor, no se quejaba.

La familia salía adelante gracias al heno que plantaba el padre año tras año en la ladera de una colina. Allí tenía un granero donde en verano guardaba el heno que recogía. Pero sucedió que por San Juan, un año desapareció todo el heno fresco que tenía plantado. Desesperado, volvió a plantar más, y al año siguiente, dijo a sus hijos:

– Mañana es la noche de San Juan, y no quiero que me vuelva a suceder lo del año pasado. No podemos quedarnos sin heno. Necesito que uno de vosotros vaya al granero a vigilar.

El hermano mayor dio un paso adelante:

– No te preocupes, padre. Yo iré, y nada ni nadie podrá llevarse el heno, ni hombre, ni animal ni demonio.

El hermano mayor partió hacia la colina y se tumbó en el granero, pero justo a medianoche, una gran sacudida hizo temblar la tierra y hasta las paredes del granero. Era similar a un terremoto, y el joven salió de allí corriendo, muerto de miedo.

Al día siguiente, el padre fue a la colina y comprobó que el heno había desaparecido.

«No podemos quedarnos sin heno. Necesito que uno de vosotros vaya al granero a vigilar».

(La princesa sobre la colina de cristal)

El misterio de la colina de heno en La princesa sobre la colina de cristal

Pasó otro año, y justo la víspera de San Juan, el campesino volvió a decir:

– Necesito que uno de vosotros vigile en el granero. No quiero que suceda lo mismo que el año anterior.

El hermano mayor aún temblaba pensando en aquel terremoto, y fue el mediano quien se presentó voluntario:

– Iré yo esta vez, padre.

Sin embargo, al hermano mediano le pasó lo mismo que al hermano mayor: un terremoto sacudió el granero y el muchacho salió corriendo muerto de miedo.

Una vez más, el campesino perdió el heno.

Al año siguiente, ninguno de los hermano mayores quería ir al granero:

– No pasa nada, padre, yo puedo ir- dijo Ceniciento.

– ¡Ja, ja, ja! – se burlaron los hermanos- Tú, que te sientas encima de las cenizas… ¿qué harás si aparece un animal salvaje? No aguantarás ni un minuto allí…

– Dejad que vaya. No perdemos nada con intentarlo- dijo el padre.

Y Ceniciento caminó hacia la colina, y entró en el granero. Justo a media noche, empezó el temblor, pero el joven, acostumbrado a la Naturaleza, no se asustó.

– ¿Por este temblor salieron mis hermanos disparados?- pensó.

Más tarde sintió un temblor aún más fuerte, pero tampoco se movió de allí.

– Solo es un terremoto… pasará.

«- ¿Por este temblor salieron mis hermanos disparados?- pensó».

(La princesa sobre la colina de cristal)

Y por último vino un tercer terremoto más intenso, pero Ceniciento tampoco se asustó. Entonces, escuchó el sonido de un caballo comiendo. Al asomarse por la puerta, vio a un enorme caballo comiendo heno. Llevaba bridas de cobre, una silla y encima, una armadura también de cobre.

– ¡Con que eres tú quien se come nuestro heno!

La princesa sobre la colina de cristal busca marido

Ceniciento agarró las bridas, marcó al caballo, haciéndose dócil, y lo llevó junto con la armadura a un lugar que solo conocía él. ¡Menuda alegría se dio su padre al ver que el heno estaba todavía ahí al día siguiente! Así que al siguiente año, también mandó a Ceniciento al granero por San Juan. Y de nuevo llegaron los tres terremotos, y al escuchar el sonido de un caballo comiendo, se asomó, y esta vez vio a un caballo aún más grande, con las bridas de plata y una armadura de caballero de plata sobre la silla de montar.

De nuevo consiguió marcarlo con un hierro y lo llevó al mismo lugar a donde había llevado el otro caballo.

Al tercer año, todo sucedió de la misma forma, pero el caballo que vio Ceniciento esa vez era más grande y sus bridas y la armadura eran de oro macizo. Terminó junto con los otros dos caballos.

Curiosamente ese año, el rey ofreció por vez primera la mano de su hija. Era una joven tan hermosa, que todos los caballeros y príncipes quedaban rendidos al verla. Pero para conseguir su mano, el rey había mandado el siguiente edicto:

– Por orden del rey, se hace saber que entregará la mano de su hija a aquel que consiga escalar la colina de cristal. En la cima esperará sentada la princesa, y llevará consigo tres manzanas de oro. Aquel caballero que consiga llegar hasta arriba y se haga con las manzanas, podrá casarse con su hija y recibirá la mitad del reino.

¡Menudo alboroto se armó! Bien es cierto que la colina de cristal era casi imposible de escalar a caballo. Era tan resbaladiza como el hielo y tan empinada como una pared, pero todos, caballeros, príncipes y plebeyos, querían intentarlo.

El caballero misterioso y la princesa sobre la colina de cristal

Los hermanos de Ceniciento se apuntaron, pero no dejaron ir a su hermano:

– Tú no puedes venir, Ceniciento. ¡Nos pondrías en ridículo! ¡Mírate, todo cubierto de hollín!

Así que el día indicado, los hermanos mayores partieron hacia la colina y Ceniciento esperó a que se marcharan para acudir a por su caballo.

Los caballeros intentaron escalar la montaña, pero era imposible, ninguno conseguía escalar ni un tercio. Los caballos se resbalaban y otros terminaban dando la vuelta agotados.

La princesa se aburría, hasta que, una vez que terminaron todos de intentarlo, se levantó de la silla, y a punto de dar por finalizada esa primera jornada de pruebas, vio aparecer a un nuevo caballero. Montaba un espléndido caballo con bridas de cobre. La armadura del joven también era de cobre y brillaba con fuerza. Comenzó a escalar la colina y cuando ya llevaba un tercio, se paró de golpe y miró a la princesa. Ella de pronto sintió algo especial por aquel joven, y lanzó por la colina una de sus manzanas. Él la recogió, y bajó la colina con su maravilloso caballo, perdiéndose entre los árboles del bosque.

«Ella de pronto sintió algo especial por aquel joven, y lanzó por la colina una de sus manzanas».

(La princesa sobre la colina de cristal)

– Hermano, ¡no sabes lo que ha pasado! – dijeron los hermanos de Ceniciento al llegar a casa- Esa colina endiablada es imposible de escalar, pero cuando ya terminamos todos, un caballero con armadura de cobre escaló más que ninguno, y luego se dio la vuelta y se alejó…

– Oh, ¿de veras? ¡Como me gustaría haber estado allí!

– Ni lo sueñes. Tú no vendrás con nosotros… ¡Moriríamos de vergüenza!

El caballero y la princesa sobre la colina de cristal

Así que, al día siguiente, los hermanos partieron de nuevo para la colina, en un segundo intento. Y pasó lo mismo que el día anterior, que ninguno era capaz de escalar la colina… Hasta que de pronto, apareció entre los árboles del bosque un caballero con un caballo más hermoso aún que el del día anterior. Tenía bridas de plata, del mismo material que la armadura del joven.

El caballo escaló sin problemas la colina, pero cuando justo llegó a la mitad, se paró en seco. La princesa, extasiada, le lanzó la segunda manzana de oro. Él la agarró y bajó la colina.

– ¡Hermano, lo que te perdiste hoy!- dijeron al llegar a casa los hermanos de Ceniciento- ¡Un caballero con armadura de plata ha escalado la mitad de la colina! Estábamos todos deseando que siguiera adelante, porque realmente parece digno de la princesa, pero no lo hizo, y bajó de nuevo la colina, con una manzana que la princesa le lanzó!

– ¡Vaya! ¡Ojalá pudiera verlo!

– Ni lo sueñes. Tú te quedas aquí. ¿Dónde vas a estar mejor?

Al tercer día, los hermanos de Ceniciento acudieron a la colina. Era el último día para conseguir aquella proeza, y no iban a desaprovechar la oportunidad. Pero era imposible, ninguno pudo… Pero la princesa decidió esperar y esperar… Estaba segura de que volvería a aparecer el caballero misterioso. Y así fue: de pronto, entre los árboles del bosque, un caballero con armadura de oro se acercó despacio a la colina de cristal.

El caballo era realmente majestuoso y sus bridas también eran de oro. Brillaba tanto como el sol. El caballo comenzó a subir la colina, y llegó a los pies de la princesa. Tomó la última manzana de oro que le quedaba y bajó la colina, para perderse de nuevo entre los árboles.

«Tomó la última manzana de oro que le quedaba y bajó la colina, para perderse de nuevo entre los árboles».

(La princesa sobre la colina de cristal)

Las manzanas de oro de la princesa sobre la colina de cristal

– Muy bien- dijo el rey- Todos los jóvenes del reino deben acudir mañana al castillo. Veremos quién consiguió las manzanas.

Y al día siguiente, la sala del trono se llenó, pero ninguno parecía tener las manzanas.

– No puede ser- dijo el rey- Mi hija entregó tres manzanas… ¡alguien debe tenerlas! ¿De verdad están aquí todos los jóvenes del reino?

– Bueno- dijo entonces el campesino- Tengo otro hijo, pero está en casa. Mis hijos mayores no querían que viniera…

– Pues exijo que venga aquí ahora mismo. Dije que debían acudir todos- dijo el rey.

Y Ceniciento llegó al castillo al cabo de unos minutos, con su capa llena de hollín. La princesa le miró con curiosidad. Había algo en él que le recordaba a aquel caballero…

– Bien, necesito saber si tú tienes alguna de las manzanas de oro que mi hija entregó en la colina de cristal- dijo el rey.

Entonces, el joven se quitó la capa y apareció ante todos con su espléndida armadura de oro. Los hermanos de Ceniciento no podían creer lo que estaban viendo. Y la princesa se levantó de un salto al reconocer a su caballero. El joven mostró al rey no una, sino las tres manzanas de oro que tenía guardadas.

– ¡Tenemos ganador!- dijo entusiasmado el rey- ¡Él será quien se case con mi hija!

Y así fue cómo Ceniciento consiguió no solo el amor de la princesa, sino también la mitad del reino, el lugar en donde fue feliz el resto de sus días.

«El joven mostró al rey no una, sino las tres manzanas de oro que tenía guardadas».

(La princesa sobre la colina de cristal)

Escucha el relato del cuento La princesa sobre la colina de cristal

¿Te ha gustado el cuento? Ahora también puedes escuchar narrado el relato de La princesa sobre la colina de cristal. Utiliza para ello este reproductor o bien escúchalo AQUÍ, directamente en el canal de podcast.

Qué valores puedes trabajar con este cuento de hadas de La princesa sobre la colina de cristal

Con este cuento noruego, ‘La princesa sobre la colina de cristal’, puedes trabajar todos estos valores:

  • La humildad frente a la prepotencia y la vanidad.
  • Los valores del esfuerzo y de la perseverancia.
  • Las apariencias engañan.

Reflexiones sobre el cuento infantil ‘La princesa sobre la colina de cristal’

No te burles nunca de nadie por su apariencia… Ya sabes que las apariencias, engañan:

  • La humildad frente a la vanidad: En ‘La princesa sobre la colina de cristal’, mientras que Ceniciento era un joven bondadoso y humilde, sus hermanos no dejaban de presumir de su supuesta ‘superioridad’. Sin embargo, la realidad era bien distinta, y mientras que los hermanos mayores eran en verdad muy miedosos y vulnerables, el supuestamente ‘frágil’ Ceniciento era el más valiente e inteligente de los tres. Y es que la humildad precisamente consiste en no presumir de las virtudes pero saber aprovecharlas cuando llega la ocasión.

«La humildad nos lleva a no presumir de nuestras virtudes, sino en saber utilizarlas en el momento indicado.»

— (Sobre ‘La princesa sobre la colina de cristal’)

Más reflexiones sobre ‘La princesa sobre la colina de cristal’

  • Las recompensas al esfuerzo y la perseverancia: Resulta que en ‘La princesa sobre la colina de cristal’, Ceniciento, quiso conseguir las tres manzanas, y lo hizo con perseverancia. Sabía que era mejor ‘escalar’ cada día un poco más, para conquistar lentamente a la princesa y a todos los presentes. Por eso, usó primero el caballo de cobre, segundo el de plata y dejó el mejor para el final. Dosificar las fuerzas es primordial en toda carrera. Y ya sabes que lo más importante es el tramo final. Los triunfos, con esfuerzo y perseverancia, se disfrutan mucho más.
  • No te dejes engañar por las apariencias: El final del cuento de ‘La princesa sobre la colina de cristal’ destaca esa armadura de oro que el joven escondía tras la capa llena de hollín. Y es que lo importante no es la capa externa que todos ven a simple vista, sino el interior de las personas, que solo brilla a través de los valores esenciales.

«Las mayores virtudes brillan más a través de los valores esenciales.»

(Reflexiones de ‘La princesa sobre la colina de cristal’)

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¿Qué te pareció el cuento de ‘La princesa sobre la colina de cristal’? Si te gustan este tipo de cuentos llenos de fantasía y valores, no puedes perderte estos otros:

  • La penitencia a nuestros errores, Los zapatos de cristal: La vanidad y la avaricia pueden llevarnos a cometer grandes errores, pero tienen solución, y es a través de una penitencia capaz de destruir todo lo malo que hicimos…
  • Riquete el del Copete: Este cuento de los hermanos Grimm nos recuerda que el amor es capaz de ver más allá de las apariencias. Un cuento realmente precioso.
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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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