Esta es una historia realmente hermosa, que nos llega desde Alemania. ‘El niño Cristo de Navidad’ es una leyenda navideña que nos recuerda el valor esencial que nos trajo Jesús con su nacimiento: el de la caridad. No te pierdas este bello relato y las reflexiones que trae consigo.
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La leyenda del niño Cristo de la Navidad
Cuentan que hace mucho, en un pequeño pueblo alemán, una noche de Nochebuena un niño vagabundo y harapiento comenzó a deambular por las frías y oscuras calles, en busca de un alma caritativa que quisiera compartir con él su Navidad. El pequeño, de pelo ensortijado y revuelto y un pequeño abrigo hecho jirones, buscaba un hogar donde poder calentarse.
Comenzó a andar por calles llenas de luces, repletas de familias que iban y venían cargadas de regalos. Todos sonreían, bien abrigados, y parecían felices. En las casas, los grandes ventanales dejaban ver escenas realmente bellas, de niños jugando en torno a inmensos árboles de Navidad decorados con regalos y cintas de oro y plata.
El pequeño se acercó a una de esas lujosas viviendas y se asomó a la ventana. Unos niños de su edad jugaban junto a un abeto lleno de colores y pequeños regalos. Una mujer sacaba del horno un asado cuyo aroma llegaba hasta él. Todo parecía perfecto. ¿Compartiría esa familia su Navidad con un pequeño huérfano? Quiso probar y llamó a la puerta con delicadeza. Entonces salió un criado, vestido con ropa bordada. Le miró con lástima y dijo:
– Vete de aquí, pequeño. En esta casa no hay sitio para ti.
El pequeño intuyó en su rostro tristeza. Tal vez pensaba en sus propios hijos, y en la suerte que tenían de tener un techo bajo el que cobijarse en una noche tan fría.
El pequeño busca la caridad
El niño siguió andando y al tiempo que avanzaba, la calle parecía más oscura y más fría. Las lujosas viviendas dieron paso a casas algo más modestas pero muy bonitas.
Las ventanas ya no eran tan grandes, y no tenían tanto jardín, pero tras la ventana también se veía familias felices, que preparaban con mimo la Navidad. El niño llamó a una de ellas.
– Hola- dijo al abrir un hombre corpulento- ¿Compartirían la Navidad conmigo?
El hombre le miró algo malhumorado:
– Vete de aquí, niño, no tenemos nada que compartir contigo. Busca tu lugar.
El niño se alejó pero volvió a intentarlo con alguna de esas viviendas más. En una, una mujer le echó de allí diciendo que tal vez le pegara alguna enfermedad contagiosa a sus hijos… Otros simplemente le llamó pordiosero y le cerró la puerta sin más.
Ya apenas quedaba nadie en la calle. El pequeño tenía mucho frío y la calle estaba muy oscura. Nadie parecía fijarse en él. Como si fuera invisible ante los ojos de aquellos que aceleraban el paso en busca de su cálido hogar.
Pero de pronto, vio un rayo de luz al final de la calle, una luz que salía de una pequeña ventana. Se acercó y vio que era una casa pequeña, baja y humilde. La ventana era muy pequeña y la luz que vio era la que desprendía una pequeña vela. No tenían abeto, pero sí una rama tendida sobre una mesa.
El salón tenía una chimenea y la casa apenas tenía muebles pero estaba muy limpia. Dos niños pequeños se acurrucaban junto a su madre, frente a la chimenea. Parecían estar escuchando un cuento…
– ¿Compartiría esta hermosa familia conmigo su Navidad? – se preguntó el pequeño.
Entonces, llamó a la puerta. La madre, al oírlo, dijo:
– ¿Habéis oído? ¡Id a abrir la puerta! Debe hacer mucho frío fuera. No podemos dejar que nadie pase frío esta noche…
La niña respondió:
– Mamá, creo que ha sido el golpe de la rama de un árbol.
Pero el niño volvió a llamar con suavidad a la puerta.
– No, no… alguien llama a la puerta. Vamos a ver quién es.
La madre fue con sus hijos y abrió la puerta. Al ver al pequeño muerto de frío, con el pelo alborotado y sin zapatos, corrió a abrazarlo.
– Pero, ¿cómo puedes estar ahí fuera así? ¿No tienes casa? Ven, tienes que entrar en calor. Niños, ¿me ayudáis a calentar a este niño?
– Claro que sí, mamá- dijeron al ver temblar al niño vagabundo.
El pequeño encuentra un corazón bondadoso
Le llevaron hasta la chimenea. La mujer le tomó en brazos y los niños comenzaron a calentar sus manos entre las suyas.
– Mamá, ¿podemos invitarle a que pase la Navidad con nosotros?-preguntó la niña.
– Claro que sí, y podemos decorar la ramita del árbol con él.
– Yo voy a por las cosas- dijo la pequeña.
La mujer se levantó para ayudar a sus hijos con la decoración de la pequeña rama de abeto, dejando al pequeño en el sillón, frente a la chimenea. Y tras un instante, al volver la cabeza enseñarle la rama decorada, vieron que el niño andrajoso ya no estaba. En su lugar, un pequeño de rizos dorados sonreía. Llevaba una túnica bordada con hilos de oro y sobre la cabeza, una hermosa corona de piedras preciosas.
El niño desprendía mucha luz, una luz cegadora. Levantó sus brazos y la humilde casa comenzó a crecer hacia arriba, dos o tres plantas más. Las paredes se ensancharon y la luz comenzó a iluminar cada estancia. La rama del árbol se transformó en abeto y junto a él aparecieron regalos y montones de comida.
El niño volvió a sonreír y comenzó a ascender hacia el cielo, más y más alto, hasta perderse en el firmamento entre las estrellas.
– Mamá- dijo entonces la niña al ver aquello- Era el niños Jesús, ¿verdad?
Su madre la miró con lágrimas en los ojos y asintió.
Desde entonces, dicen que cada Nochebuena el niño Cristo vuelve a las calles de una ciudad en busca de un alma caritativa que quiera compartir con él la Navidad.
Qué temas puedes trabajar con la leyenda el niño Cristo de la Navidad
Utiliza esta historia alemana tan hermosa para reflexionar sobre estos temas:
- La Caridad.
- El verdadero sentido de la Navidad.
- La gratitud.
- El valor de la bondad.
- La empatía.
Reflexiones sobre la leyenda del niño Cristo de la Navidad
La caridad no consiste en dar aquello que nos sobra, sino en compartir aquello que necesitamos. En esta leyenda alemana, son los que menos tienen los que finalmente se conmueven ante el pequeño que deambula por las calles sin que prácticamente nadie se fije en él:
- La caridad con quienes nos necesitan: El eje principal de esta leyenda alemana, el niño Cristo de la Navidad, es la caridad y su significado. Si te das cuenta, son aquellos quienes menos tienen los que realmente se compadecen del pequeño y hacen todo lo posible por ayudarle. Sin tener apenas nada, comparten con él el calor de su chimenea y están decididos a hacerle un lugar esa noche en su pequeño y humilde hogar. Sin embargo, los que más tienen, a los que sonríe la abundancia, le echan de sus viviendas, sin apenas remordimientos. Su corazón es duro y carece de empatía. Son egoístas, sólo piensan en ellos mismos.
«Sólo la empatía consigue un corazón bondadoso y caritativo»
— (Reflexiones sobre ‘el niño Cristo de la Navidad’)
- El premio a la gratitud: El pequeño vagabundo era en realidad en esta leyenda, el niño Jesús. Pero nadie supo verlo, sólo aquellos cuya humildad y carencia de bienes y riquezas superfluas, fueron capaces de ver más allá de la suciedad y la ropa hecha jirones de aquel niño. Sólo ellos, los de corazón bondadoso y limpio, son capaces de ver al niño Jesús. Y sólo ellos recibirán el regalo de Cristo.
La metáfora final de esta leyenda del niño Cristo de la Navidad indica que nuestro hogar en el cielo será más grande si aquí en la vida terrenal somos capaces de ser bondadosos y caritativos con quienes nos necesitan. Sólo un corazón bondadoso entrará en el reino de los cielos, parece decirnos esta leyenda navideña.
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Y recuerda que también puedes escuchar muchos relatos navideños narrados mediante podcast en el canal de Ivoox de Tucuentofavorito.com y en Spotify.