‘El muñeco de nieve de Raymond Briggs’ es un tierno cuento navideño de este escritor británico, Raymond Briggs, que falleció recientemente, en agosto de 2022. Cuenta la historia de un muñeco de nieve muy ‘humano’ al que la Navidad sorprende con todas sus bondades… Un buen día, se enamora, pero el amor es complicado y a veces, exige un gran sacrificio. Un cuento para todas las edades, pero más propicio para adolescentes y adultos.
TIEMPO DE LECTURA: 6 MINUTOS
El precioso cuento navideño del muñeco de nieve de Raymond Briggs
Una fría mañana de Navidad, dos niños caminaban por la nieve. Jugaban, reían… y al ver un montoncito de blanca nieve acumulada junto a un árbol, no pudieron contenerse: con sus pequeñas manos, fueron dándola forma redondeada y consiguieron crear, con mucha paciencia, un precioso muñeco de nieve. Primero el cuerpo, más grande, y luego otro círculo para crear la cabeza.
– ¿Qué le ponemos como brazos?- preguntó uno de los niños.
– ¡Pues unas ramas!- contestó pletórico su amigo.
Así que buscaron las ramas más bonitas y las colocaron a los lados del cuerpo. Después buscaron dos piedras negras para que su muñeco tuviera ojos. Y con otras pequeñas piedrecitas, crearon la boca.
– No sé… le falta algo- dijo pensativo uno de los niños- ¡Ya lo tengo!
El pequeño se quitó el calentito gorro de lana que su madre le había comprado y se lo puso a su muñeco de nieve.
– ¡Ahora sí, está perfecto- dijo entusiasmado el niño.
Los pequeños se fueron de allí riendo, mirando de vez en cuando su creación. Estaban realmente orgullosos. Y las horas pasaron. El sol se oculto, y con la noche, el muñeco de nieve comenzó a sentir que podía moverse.
Primero movió su cara, las piedrecitas que formaban su boca… y con sus pequeños ojitos oscuros, contempló las ramitas que formaban sus brazos y sus manos. Y después, alzó la mirada y contempló el paisaje nevado.
– ¡Wooow! ¡Qué bonito!- dijo.
El muñeco de nieve de Raymond Briggs: el descubrimiento del sol
El muñeco de nieve comenzó a andar. No tenía pies, así que se desplazaba arrastrando sus enormes bolas de nieve. Contempló extasiado a las simpáticas ardillas y a los pajarillos. Y de pronto, entre las ramas de los árboles, vio un rayo de luz. ¡Era el sol, que comenzaba a salir!
Le deslumbraba, pero no podía apartar la mirada de él. El sol le sonrió, y le lanzó un beso. El muñeco de nieve se enamoró al instante de él. Quiso lanzarse a abrazarle, pero tenía el cuerpo pegado al suelo, así que no pudo hacerlo.
El sol, por su parte, siguió lanzándole besos y guiñándole un ojo. El muñeco de nieve se arrastraba por el suelo helado persiguiendo al sol, y el sol iba recorriendo el cielo de parte a parte, en su ciclo diario. Hasta que desapareció por el horizonte.
Llegó la noche, y con ella, el frío. El muñeco sentía que su cuerpo blanco se transformaba en escarcha. Esperaba impaciente que saliera el sol. ¡Adoraba su calor, sus rayos, sus besos! Deseaba tanto acercarse a él, que se le ocurrió trepar por un árbol, pero sintió que sus bolas se separaban, así que buscó una cuerda y la lanzó contra la copa del árbol. De esta forma, se impulsó y salió volando hacia el sol. Pero no consiguió llegar hasta él. Solo logró darse un buen golpe contra el suelo.
El muñeco de nieve de Raymond Briggs: la primavera
El muñeco de nieve esperaba cada mañana la salida del sol, aguantando paciente el frío de la noche. Pero con el tiempo, el sol se dio cuenta de que el muñeco de nieve se derretía cada vez más por culpa de sus rayos. Su nieve se transformaba en agua y alrededor del muñeco fueron creciendo algunas plantas.
El sol, asustado, intentó alumbrar con menos fuerza, pero el muñeco, aún sabiendo que se derretía, siguió persiguiendo al sol. Y así un día, el muñeco de nieve perdió una de sus ramas. Y poco después, la otra. Pero siguió arrastrándose sin manos en busca del sol.
El sol no quería que eso pasara, pero el muñeco insistía. Y poco después, sus ojos también terminaron cayendo sobre el charco de agua.
El sol estaba tan triste y tan enfadado, que no pudo controlar su ira y lanzó los rayos más ardientes que tenía. Con ellos, la nieve del campo se terminó por derretir, y comenzaron a crecer plantas y flores, dando comienzo así a la primavera.
Del muñeco de nieve solo quedó un charco de agua. Sobre él, las ramitas que fueron sus brazos y las piedras que formaron su boca y sus ojos. El sol estaba terriblemente triste. Pero de repente ese charquito comenzó a ascender al cielo en forma de vapor. Y el vapor se fue haciendo más y más espeso, formando una nube. Esa pequeña nube era… ¡el muñeco de nieve!
¡Estaba tan contento! Al fin podía cumplir sus sueño de estar cerca del sol. Los dos se fundieron en un fuerte abrazo. Y a partir de aquel día hacían juntos el mismo camino, desde el amanecer al atardecer.
Qué temas puedes trabajar con el cuento ‘El muñeco de nieve de Raymond Briggs’
Utiliza este precioso cuento navideño, ‘El muñeco de nieve de Raymond Briggs’, para hablar de:
- El amor.
- Esfuerzo y perseverancia.
- La consecución de nuestros sueños.
Comentarios sobre el cuento El muñeco de nieve de Raymond Briggs
El amor es complicado, ¿verdad? Muchas veces parece imposible de lograr, hasta que una transformación lo facilita todo…
- La bella metáfora del amor: El el cuento del muñeco de nieve de Raymond Briggs, el autor presenta una hermosa metáfora del amor, de la necesidad de transformarnos para conseguir la unión que tanto deseamos. ¿Amor imposible? Tal vez el muñeco de nieve llegara a pensar en ello. Cuanto más se acercaba al sol, más se derretía.
El sol no quería hacerle daño, pero tampoco podía evitarlo. Sin embargo, cuando todo parecía terminado, cuando más triste y enfadado estaba el sol, pensando que había destruido al muñeco de nieve, el amor hizo que el muñeco resurgiera y ya transformado, pudiera hacer su sueño realidad. El amor a veces necesita de esa transformación para funcionar. Adaptarse, cambiar, sin dejar de ser uno mismo.
«El amor a veces nos exige una transformación para funcionar.»
— (Reflexiones sobre ‘El muñeco de nieve de Raymond Briggs’)
Otra reflexión del cuento del muñeco de nieve de Raymond Briggs
- La vida tras la muerte: Sin embargo, este cuento del muñeco de nieve de Raymond Briggs tiene una segunda lectura, que tiene que ver con la vida tras la muerte. Al fin y al cabo, la Navidad se celebra para rememorar el nacimiento de Jesús, que para los cristianos, representa la resurrección y la vida eterna. El muñeco de nieve se derrite, termina convertido en un charquito de agua. Pero lejos de pensar que ha muerto para siempre, cobra una nueva forma, una nueva vida, y asciende al cielo, en donde puede ser al fin feliz junto al sol. ¿No es también una metáfora de la vida tras la muerte?
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Y recuerda que también podrás escuchar cuentos navideños narrados aquí, en el canal de podcast de Tucuentofavorito.com:
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