El grave error del hotelero. Anécdota inspiradora de Thomas Jefferson

¿Cuántas veces no habremos tratado de forma incorrecta a una persona por su apariencia? ‘El grave error del hotelero’ cuenta una inspiradora anécdota de Thomas Jefferson, que pone de relevancia los graves errores y las injusticias que cometemos cuando nos dejamos llevar por los prejuicios. Todo un alegato al derecho de igualdad sin importar raza, sexo ni condición sexual.

La anécdota de Thomas Jefferson del grave error del hotelero

El grave error del hotelero, una historia inspiradora de Thomas Jefferson
El grave error del hotelero, una anécdota de Thomas Jefferson

Cuenta el que fuera presidente de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, algo que le sucedió siendo vicepresidente de Estados Unidos. En la época en la que apenas había transporte para desplazarse entre los pueblos, Jefferson utilizaba casi siempre el caballo.

En cierta ocasión que se dirigía a Baltimore, tuvo que atravesar caminos de barro y terminó ensuciándose toda la ropa. En este lugar se acababa de construir un hotel nuevo bastante lujoso, y pensó en hospedarse allí. Al llegar, vio a dos hombres a la entrada del hotel.

– Perdonen ustedes- dijo de forma muy educada- Me gustaría hospedarme en este hotel.

El más elegante de los hombres, que era el propietario del hotel, le miró de arriba a bajo. No vio más que un aparente granjero de cabello castaño rojizo, con la ropa llena de barro y un andrajoso caballo gris. ¿Cómo iba a dejar entrar en su hotel a un granjero? ¿Qué pasaría con su reputación?

– Lo siento, amigo granjero- le dijo entonces- No me quedan habitaciones libres…. Prueba en el hotel viejo que está un poco más adelante.

– Es una pena… había pensado en este hotel, pero si no queda más remedio, tendré que buscar donde me dice- dijo el vicepresidente, sin revelar su identidad.

El grave error del hotelero, al descubierto

Poco después, llegó un hombre muy elegante al hotel nuevo de Baltimore. El propietario le hizo una reverencia:

– ¿Le llevo dentro el equipaje, señor?- se ofreció con amabilidad.

– Espere… ¿ha llegado ya Thomas Jefferson?

– ¿Jefferson? ¿Thomas Jefferson? ¿El vicepresidente de Estados Unidos?- preguntó extrañado el hombre.

– Ese mismo. Me dijo que se dirigía a este hotel y tiene que haber llegado ya… Alto, de cabello castaño rojizo y un caballo gris. Ha tenido que ensuciarse bastante por el camino

Entonces, el propietario del hotel se dio cuenta de su error:

– ¡No puede ser! Iba tan sucio que no lo pude reconocer… Lo envié a otro lugar.

Arrepentido por el error que acababa de cometer, fue corriendo al otro hotel en busca de Jefferson. Cuando lo encontró, le pidió disculpas:

– No sabe cuánto lo siento. He mandado preparar la mejor habitación para usted, señor Jefferson. Ha sido una torpeza por mi parte, pero al verle lleno de barro pensé que era un granjero

El vicepresidente de Estados Unidos le miró compasivo y le dijo:

– No se moleste, no iré a su hotel. Un granjero es tan bueno como cualquier otro hombre. Donde no hay lugar para un granjero, no hay lugar para mí.

«Donde no hay lugar para un granjero, no hay lugar para mí».

(Anécdota de Thomas Jefferson: ‘El grave error del hotelero’)

Qué temas puedes trabajar con esta historia del grave error del hotelero

Utiliza esta maravillosa anécdota de Thomas Jefferson, ‘El grave error del hotelero’, para reflexionar sobre:

  • La humildad.
  • El derecho de igualdad.
  • A dónde nos llevan los prejuicios.
  • La honestidad como valor esencial.
  • Los remordimientos.

Reflexiones sobre la historia del grave error del hotelero

Thomas Jefferson fue el tercer presidente de Estados Unidos, entre 1801 y 1809, sustituyendo a John Adams. Fue un gran líder político y destacó por sus grandiosos discursos. De hecho, está considerado como uno de los mejores presidentes que ha tenido Estados Unidos. Esta anécdota es una de las muchas historias que definen los fuerte y nobles valores de Jefferson.

  • Todos somos iguales. Nadie es más ni menos que nadie: La humildad de Jefferson en esta historia del grave error del hotelero nos sirve para recordar una premisa básica que muchas veces olvidamos. Y es que no importa el dinero, la posición, la raza, el sexo… todos somos iguales y merecemos los mismos derechos, el mismo trato.

Jefferson no quiso decir quién era al ser rechazado por el propietario del hotel porque sintió que el rechazo estaba relacionado con su apariencia. Y no estaba dispuesto a utilizar su posición, su cargo, para ganarse ningún trato de favor. Este valor, el de la integridad moral, no es tan fácil de encontrar hoy en día. El dinero, el poder, son tentaciones que terminan por arrastrar a un gran número de personas.


«No es fácil encontrar a alguien con una sólida integridad moral. El dinero, la fama, el poder, son tentaciones que destruyen los valores esenciales.»

— (Reflexiones sobre ‘El grave error del hotelero’)

Más reflexiones sobre ‘El grave error del hotelero’

  • Los remordimientos del hotelero: El propietario del hotel se dio cuenta de su error. Había rechazado nada más y nada menos que al vicepresidente de Estados Unidos. Sin embargo, hay errores que no pueden perdonarse ni enmendarse. Son aquellos errores de base que afectan a los valores esenciales.

En ‘El grave error del hotelero’, Jefferson no rechaza volver (y perdonar así al hotelero) por soberbia o por cabezonería. Lo hace por principios. Por esa honestidad, esa integridad que le llevan a rechazar a las personas que no son capaces de ser justas y de tratar a todos por igual. Si en ese hotel no pueden entrar los granjeros, piensa Jefferson, ¿qué hago yo ahí? O todos, o ninguno…

  • Los dichosos prejuicios: Las apariencias engañan, y aún así, muchas veces nos dejamos llevar por ellas. ¿Qué importa que alguien sea un granjero o un noble? Son personas igualmente, le explica Jefferson al hotelero, quien no concibe que un lugar sea apto solamente para los que poseen una posición más alta en la sociedad. El principio de igualdad debe ser básico.
  • Todos tenemos los mismos derechos: Esta historia del error del hotelero también recoge uno de los grandes principios que rigen la Constitución de Estados Unidos (y de la mayor parte de los países de todo el mundo). Es el derecho a la igualdad, sin que la raza, sexo, religión, condición social… sean condicionantes de ningún tipo. Todos deberíamos tener, según predica aquí Thomas Jefferson, los mismo derechos. Tener un trabajo más humilde no debería ser ninguna etiqueta social que limite nuestros derechos.

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Publicado por Estefania Esteban

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Soy Estefania Esteban y soy periodista y escritora de literatura infantil.

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