Con este cuento corto, ‘El canto del grillo’ (de ‘Historias de pieles rojas’, de Frederick Hetmann), podrás reflexionar acerca del interés que ponemos en las cosas, y por qué a veces prestamos mucha atención a algo mientras que otras veces nos cuesta ‘horrores’ mantener la concentración. Esta historia nos recuerda que al final, atendemos sobre todo a aquello que realmente nos interesa. No te pierdas el relato y las reflexiones finales.
El cuento para niños El canto del grillo
Un día, un indio fue a visitar a un hombre blanco con el que mantenía una buena amistad. Pero este amigo vivía en una gran ciudad, con sus ruidos, sus coches y sus miles de personas que van y vienen a toda prisa y por todos lados.
Al principio el indio estaba un tanto desconcertado. Aquello era tan diferente al lugar en donde él vivía… Paseaba por una calle de esta ciudad con su amigo, cuando de pronto, el indio se paró en seco y dijo:
– ¡Detente! ¿No lo oyes?
– Oír el qué?- preguntó extrañado su amigo.
– ¡Un grillo! ¡Oigo el canto del grillo!
El hombre blanco intentó agudizar el oído, pero al cabo de unos segundos dijo:
– Te equivocas, amigo, solo se oye el ruido del claxon de los coches… Igual eso te confundió.
– No, no… ¡claro que es un grillo!
Entonces, el indio dio unos pasos y se quedó muy quieto junto a una pared sobre la que caía una enredadera de grandes hojas verdes. Retiró una de estas hojas y, efectivamente… ¡había un grillo!
El canto del grillo y el experimento del indio
– ¡Caray!- exclamó su amigo, muy sorprendido- ¡Pero qué buen oído tienes! Supongo que los indios tenéis el oído más desarrollado que los blancos.
Pero el indio negó con la cabeza.
– Que va, no es eso. Nuestro oído no es mejor ni peor que el vuestro. Ya lo verás… ¡Presta atención!
El indio metió la mano en su bolsillo y sacó una moneda. La dejó caer al suelo y su leve tintineo al chocar contra el asfalto hizo de pronto que varias personas de las que corrían de un lado a otro, se pararan y miraran al suelo. Uno de ellos vio la moneda y se fue directo a por ella. Dicho lo cual, se la guardó en el bolsillo.
– ¿Ves?- dijo entonces el indio- No es que nuestro oído esté más desarrollado ni que sea mejor que el de los blancos. Es solo que cada cual oye mejor aquello por lo que se interesa.
Qué temas puedes trabajar con ‘El canto del grillo’
Una este interesante cuento corto de Frederik Hetmann, ‘El canto del grillo’, para reflexionar acerca de:
- Cómo determinamos nuestros intereses.
- La atención.
- La concentración.
Reflexiones sobre este cuento corto
Ya lo hemos visto en ‘El canto del grillo’: no todos atendemos por igual a lo mismo. Depende de nuestros intereses…
- La necesidad de crear interés en el aprendizaje: Esto nos lleva a pensar en las técnicas que se usan en la educación. Si queremos que alguien atienda y se concentre en algo, lo mejor será que se interese por ello. Crear curiosidad es una buena manera, por ejemplo, de crear interés. Cuando explicamos algo novedoso a otra persona, si se lo damos todo, no querrá saber más. Si le damos lo justo para crear curiosidad, querrá investigar y saber más. Despertar curiosidad e interés es esencial para conseguir la atención.
- Abramos bien los oídos: No nos cerremos a nuevos conocimientos y agudicemos bien todos nuestros sentidos. No solo en aquello que nos interesa ver, escuchar, saborear o tocar. Más allá de lo que ya conocemos, existen muchísimas más cosas llenas de magia. En esta historia, ‘El canto del grillo’, ninguno de los que vivían en la ciudad conseguían escuchar al animal, porque habían ‘acostumbrado’ a su oído a otros sonidos, aquellos que les interesaban más y con los que estaban más familiarizados. Sin embargo, si conseguimos escuchar también aquello que no solemos oír con normalidad, ganaremos en sabiduría y conocimientos. Abrir nuestra mente más allá de lo que conocemos, nos hace sin duda más sabios.
Una reflexión más sobre El canto del grillo
- Lo que dejamos de ver y oír: En la historia ‘El canto del grillo’, todas las personas de la ciudad no podían oír al grillo. Imagina la cantidad de cosas que dejamos de ver o escuchar por no prestar atención. No perdamos la capacidad de sorprendernos y descubrir cosas por no poner interés. Si en medio del ruido y de todo aquello a lo que estamos acostumbrados, agudizamos bien los sentidos, descubriremos muchas más cosas realmente maravillosas.
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- Las doce princesas bailarinas: Una historia clásica, de los hermanos Grimm, con una historia repleta de misterio. ¿Por qué cada mañana las 12 princesas tienen los zapatos desgastados?
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Un comentario
Me gustan sus cuentos