Continuamos con las aventuras del genial hidalgo Don Quijote, con el momento en el que decide hacer penitencia. La carta de don Quijote a Dulcinea la escribe justo en el momento previo a esa necesidad que el caballero andante siente por hacer penitencia y pararse a reflexionar acerca de sus deseos y añoranzas. Como siempre, estos dos capítulos de la genial obra de Miguel de Cervantes, están adaptados para niños y adolescentes.
TIEMPO DE LECTURA: 7 MINUTOS
La penitencia y la carta de don Quijote a Dulcinea
Continuaban Don Quijote y su fiel escudero Sancho en Sierra Morena, en donde acababan de tener un extraño encuentro con el cabreo Cardenio. Su impactante historia inconclusa había dejado un sabor agridulce al caballero andante. Sintió la necesidad de quedarse en esos parajes a hacer penitencia y por supuesto, a volver a buscar al cabrero para hacerse con el final de su historia.
Sancho, sin embargo, estaba cansado de tantas aventuras y pidió a su caballero regresar a su hogar para informar a todos de sus hazañas. Y por supuesto, dar noticia a la hermosa Dulcinea del valor y coraje de su caballero andante.
Al final consiguió convencer a Don Quijote:
– De acuerdo, Sancho, partirás con Rocinante y yo me quedaré aquí a hacer penitencia. Pero debo escribir una carta a mi sin par Dulcinea… y no poseo papel. ¿Dónde escribirla? ¿En hojas de árboles, tablillas, quizás? Tampoco es tarea fácil… ¡En el librillo de Cardenio que encontramos! Luego podrás transcribirla con tu letra…
– ¿Y la firma? ¿Qué firma pondré?- preguntó Sancho.
– Pondrás lo siguiente: «Vuestro hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura». Bastará con que leas la carta. Mi Dulcinea no sabe leer ni escribir… y mucho menos recibió carta alguna mía antes que esta, porque nuestros amores siempre han sido platónicos. Así que debes recitar la carta a la hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales.
– ¿Qué dice vuestra merced? ¿Que Dulcinea del Toboso es en verdad Aldonza Lorenzo?
– Ese es su nombre.
Así dice la carta de don Quijote a Dulcinea
– En verdad digo que llegué a pensar que esa tal Dulcinea sería una de esas princesas frágiles y hermosas que pintan en los cuentos, pero Aldonza es conocida en todo el pueblo por ser de armas tomar. Su voz se alza por encima del resto y jamás se aplana. Es fuerte y recia, una gran dama. Con razón es su corazón tan devoto de ella… Con gusto llevaré la carta a Aldonza, digo, Dulcinea.
Don Quijote tomó el librillo de memorias del cabrero Cardenio y escribió una carta. Después llamó a Sancho:
– Te leeré la carta, Sancho. Debes memorizarla, por si se extravía por el camino… que puedas hacerla llegar de cualquier forma.
– ¡Con mi mala memoria! No creo que pueda memorizarla, vuestra merced, pero muy gustoso deseo escucharla- dijo el escudero.
Y Don Quijote comenzó a leer la carta, que decía así:
«Soberana y alta señora: El herido en lo más profundo del corazón, sin par Dulcinea, te envía la salud que él no tiene. Si tu hermosura me desprecia, si tu valor no está de mi parte, si tus desdenes son mi dolor, aunque yo no sea muy sufrido, mal podré sostenerme en esta vida, que además de ser fuerte, es muy duradera. Mi fiel escudero Sancho te explicará en qué situación quedo por ti, mi bella Dulcinea. Si me correspondieras, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniera en gusto, pues yo, con acabar con mi vida podré poner fin a tal crueldad y deseo.
Tuyo hasta la muerte, el Caballero de la Triste Figura».
– ¡Por la vida de mi padre!- dijo Sancho- ¡Es la cosa más hermosa que jamás escuché! Cómo le dice ahí cuánto le quiere… y lo bien que encaja la firma del Caballero de la Triste Figura…
La carta de don Quijote a Dulcinea y la despedida a Sancho
Tras la carta de don Quijote a Dulcinea, el caballero andante escribió después otra carta a su sobrina, para que le diera a Sancho al llegar tres asnos, como le había prometido, en pago por sus trabajos hasta el momento.
– ¿Y qué ha de comer vuestra merced hasta que yo vuelva?
– No temas, Sancho. No asaltaré como el Cardenio a los caminantes, si es lo que piensas… Comeré los frutos que encuentre en el bosque. Y no me moveré de estos parajes, para que puedas localizarme a la vuelta.
Y diciendo esto, Sancho quedó más tranquilo. Subió en Rocinante y se despidió de su amo. Pero antes dijo:
– No tardaré. Regresaré para rescatar del purgatorio a vuestra merced.
– ¿Purgatorio dices, Sancho? ¡Esto es el infierno!
– Quien está en el infierno de él no sale… Andaré presto y apretaré bien las espuelas a rocinante, para plantarme frente a Dulcinea y contarle las locuras que usted por ella hizo… Aunque, si he de contar las locuras que vuestra merced hizo, debería al menos ver una.
– No digas más, Sancho, que locura tendrás.
Y diciendo esto, se quitó toda la ropa y se quedó en camisa, y empezó a hacer piruetas como un loco en medio del monte. Al ponerse cabeza abajo, Sancho tuvo que mirar para otro lado para no ver más que lo que veía… aunque locura era, sin duda.
Carta de don Quijote a Dulcinea: penitencia del caballero andante
Sancho se dio por contento, y allí dejó a Don Quijote, hasta su vuelta. El caballero andante aprovechó para reflexionar acerca de las hazañas que aún le faltaban por librar. Su deseo era ser más que el mismísimo Roldán o como Amadís de Gaula, y aún tenía mucho trabajo por delante…
También se paseaba Don Quijote, medio desnudo, por el monte, e iba grabando en las cortezas de los árboles algunos versos, sobre su tristeza y algunos, sobre su amada Dulcinea.
«Mi dolor no os alborote,
aunque más terrible sea,
pues por pagar lo que se debe,
aquí lloró don Quijote
la ausencia de Dulcinea
del Toboso.
Es aquí el lugar
en donde el amador más leal se esconde,
y ha venido tanto mal
sin saber cómo o por dónde».
Allí quedaron grabados unos versos que más tarde algunos caminantes leyeron, no sin ciertas risas al ver que junto al nombre de Dulcinea siempre se añadía ‘del Toboso’, que aún destruyendo la rima, parecía necesario o más bien imprescindible para el Quijote.
(Adaptación de los capítulos de la carta de don Quijote a Dulcinea y la penitencia de don Quijote)
Reflexiones sobre La carta de don Quijote a Dulcinea y la penitencia
Este capítulo XXV y parte del capítulo XXVI de la primera parte de Don Quijote de la Mancha, describe el momento de reflexión por el que pasa Don Quijote y el anhelo de poder comunicar su amor a su quería Dulcinea. El encuentro con un cabreo que enloqueció por amor (Cardenio), le hace pensar en las locuras que él mismo podrá cometer por la misma razón. Decide dar el paso. Esta carta de don Quijote a Dulcinea es toda una declaración de intenciones:
- El amor platónico que al fin confiesa: El amor de don Quijote, hasta el momento de escribir la carta de don Quijote a Dulcinea, era un ‘secreto’ para ella. Ni el propio Sancho conocía el verdadero nombre de su amada. Don Quijote decide dar un paso importante y confesar su amor, hacer real su amor platónico, a la espera de ser correspondido. Esa carta de don Quijote a Dulcinea es quizás la hazaña más valiente y cuerda del caballero andante, aunque tras ella quede en don Quijote un poso de locura por el dolor de la ausencia y lejanía de Dulcinea.
- Su deseo aún más fuerte: Lejos de pensar Don Quijote en apartarse de esa vida tan peligrosa, la de caballero andante, durante su penitencia, don Quijote reafirma su deseo de librar grandes aventuras y ser más popular que los dos caballeros andantes más famosos: Roldán y Amadís. El amor que siente por Dulcinea es el combustible necesario para llevar a cabo tales hazañas. Este capítulo de la carta de don Quijote a Dulcinea es toda una alabanza hacia el amor (aunque sea platónico) y un reconocimiento a la capacidad de este sentimiento para generar coraje, pero por otro lado, también alerta del peligro de acabar con el sentido común y la cordura.
«El amor es combustible infinito para el coraje, pero también puede acabar con el sentido común y la prudencia»
(Reflexiones de la Carta de don Quijote a Dulcinea)
Una última reflexión sobre esta carta de don Quijote a Dulcinea
- Ciego por amor: Se dice que el amor es ciego, o que puede cegar. En este caso, en este capítulo de la carta de don Quijote a Dulcinea, el amor que siente don Quijote anula la razón y el sentido de la prudencia. Por eso Sancho a veces le ve como ‘un loco’ capaz de enfrentarse a enemigos que le superan o a deformar la realidad a su antojo.
Don Quijote además siente el poder de dos grandes amores: el de Dulcinea y el deseo de ser caballero andante, un amor aún más poderoso que termina por enloquecerle. Las obsesiones no son buenas y aquí don Quijote hace gala de dos grandes obsesiones, basadas en su imaginación y ensueño. No hay nada más peligroso que un amor basado en una quimera, en un ideal, en un deseo inmaterial basado en la imaginación.
«No hay nada más peligroso que el amor que alimenta la imaginación y el deseo sin materializarse»
(Reflexiones sobre la Carta de don Quijote a Dulcinea)
Otras geniales aventuras de don Quijote
Si te gustó este capítulo de la carta de don Quijote a Dulcinea, no puedes perderte tampoco estas otras aventuras del genial hidalgo:
- El caballero de la triste figura: ¿Quieres saber por qué adoptó don Quijote este peculiar apodo? Todos urgió durante esta aventura en la que. una vez más, caballero y escudero terminan de muy mala manera.
- Don Quijote y los molinos de viento: Esta es quizás la aventura más famosa de don Quijote. Es el momento en el que el hidalgo confunde unos molinos de viento con gigantes, debido a su desbordante imaginación y su deseo de librar una batalla como caballero andante. ¡Divertidísima!
- La aventura de los rebaños de ovejas: Una de las historias más divertidas de don Quijote. De nuevo su imaginación le juega una mala pasada, a pesar de las advertencias de Sancho, incapaz de hacer que su señor pueda ver la realidad tal y como es.
¿Sabías que algunas de estas historias las puedes escuchar? Sí, estas y muchos otros relatos. Encontrarás aquí el canal de podcast de Tucuentofavorito.com:
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