Hay quien asegura que Atilana y los lobos fue una historia real. Y tal vez te parezca extraña, pero sí, muchos cuentan que ocurrió. Ha llegado a nosotros a través de distintas generaciones mediante la cultura oral. Descubre aquí la historia de Atilana y los lobos, un relato increíble para adolescentes y adultos de valentía y el ingenio que cuenta como leyenda Estulano.
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La increíble historia de Atilana y los lobos
Cuentan que hace mucho, en un pequeño pueblo de Zamora, España, una mujer acudió junto a sus nietos, Pepita y Luisito, a una misa en recuerdo de su cuñado, el último cura de la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave. Esta iglesia, quedó sepultada bajo las aguas del Esla. Y el cura entristeció tanto que murió.
Más tarde esta iglesia sería trasladada piedra a piedra hasta otro pueblo cercano, El Campillo, en donde dieron una primera misa en recuerdo de su último párroco. Sí, la misa a la que acudió Atilana desde el pueblecito de Muelas del Pan, ya que quería mucho a su cuñado.
Tras esta celebración, la mujer decidió regresar a su casa con los nietos en un burro con el que había llegado hasta allí. Acomodó a cada uno de los pequeños en las alforjas del animal y no tardaron en dormirse. Era muy tarde y la luna apenas iluminaba el sendero. Pero, como Atilana quería llegar pronto a casa, decidió atajar por el monte.
Atilana y los lobos: una trampa ¿planeada?
No tenía miedo la mujer, pero aún así, cantaba, porque sabía que la música espanta a las fieras y las adormece. Cantaba y cantaba sin parar, mientras avanzaba entre la hojarasca y miraba a uno y otro lado escudriñando las sombras y el movimiento de los árboles.
Y a pesar de su precaución, poco después de adentrarse entre las jaras y los matorrales, vio pasar a su lado algunas sombras, que en principio le parecieron perros.
– Oh, bueno… serán perros del pueblo que se adentraron en el monte- pensó al principio Atilana.
Lejos de asustarse, Atilana aceleró el paso, miró a los niños, que seguían dormidos, y siguió cantando. Y de nuevo volvió a sentir Atilana cerca una sombras que pasaron fugaces cerca de ella. Ahora sí, estaba segura. No eran perros, sino… ¡lobos!
Los contó… un total de trece lobos. A un lado y a otro, siguiendo sus pasos, planificando el momento de atacarla.
– Si me atacan- pensó- los primeros serán los niños…
A la mujer se le heló la sangre. No podía dar la vuelta, porque Atilana pensó que estaba cerca del final del monte y si volvía sobre sus pasos, les atacarían por la espalda.
La sabia decisión de Atilana en ‘Atilana y los lobos’
La mujer pensó en una salida. No tenía mucho tiempo. ¡Debía decidir qué hacer!
– Si acelero la marcha y no dejo de cantar, podré cruzar, seguro- pensó Atilana.
Pero justo cuando estaba a punto de salir de entre los matorrales, cuando ya cantaba al fin victoria y comenzaba a respirar más pausadamente, vio frente a sí a cuatro lobos sentados. La estaban esperando. A sus lados también había algún lobo más, cerrándole el paso. ¡Estaba acorralada!
No podía moverse. Estaba totalmente petrificada. La mujer miró a los lobos que tenía enfrente. Estaban esperando un paso para atacar. Recordó entonces que llevaba encima una caja de cerillas. La buscó con manos temblorosas en el bolsillo de su delantal. Al prender la primera cerilla, los lobos que estaban a su lado, se apartaron. Pero lo que tenía enfrente, ni se movían. Prendió entonces Atilana un matorral que tenía cerca. Los lobos se alejaron un poco más, pero continuaban observando.
– Si me quedo toda la noche junto al fuego, podremos aguantar- pensó ella. Así que bajó con cuidado a los niños de las alforjas.
– ¿Qué pasa? ¿Por qué hay fuego?- preguntaron los pequeños asombrados al despertar.
Atilana y los lobos: Y esto es lo que hizo…
La mujer no quería que se asustaran, así que les contó que era una aventura, que dormirían allí al lado de la hoguera para cantar canciones hasta que amaneciera. Les dio nueces y almendras y durante toda la noche Atilana mantuvo encendido el fuego, buscando ramas y hojas para avivarlo.
Con la primera luz de la mañana, los lobos se fueron. Y al poco llegaron hombres del pueblo que habían salido en busca de la mujer y los niños. Entre ellos, el marido de Atilana, Juan, que al fin pudo respirar tranquilo al ver que estaban vivos.
– ¡Abuelo, abuelo! ¡Hemos hecho una acampada!- gritaban contentos los niños.
– Ni imaginas el susto que he pasado- le confesó en voz baja Atilana- Trece lobos conté, siguiéndonos los pasos. Eran como espíritus en mitad de la noche.
Todo quedó en un susto, en una anécdota. Pero Atilana no olvidó nunca aquel mal momento, y su historia de coraje e ingenio fue contada en toda la zona. Por eso ha llegado hasta hoy prácticamente intacta.
(Adaptación de ‘Atilana y los lobos’ – Leyenda de Estulano)
Reflexiones sobre la leyenda Atilana y los lobos
Acabas de leer una historia de coraje, valentía, positivismo y sobre todo, todo un ejemplo de cómo enfrentarnos al miedo y a los problemas de la mejor forma posible:
- Cantar para alejar el miedo: En Atilana y los lobos, llama la atención que la mujer, que comienza a tener miedo al atravesar el bosque, no deja de cantar. De esa forma, se siente más segura y olvida por un momento el miedo. La música tranquiliza y está demostrado que es una buena herramienta contra ese miedo que nos paraliza e impide que pensemos con claridad.
- La abuela protectora: Dos virtudes (entre muchas otras) representan a nuestra heroína en esta leyenda de ‘Atilana y los lobos’. Son la prudencia y la generosidad que se convierte en protección hacia sus nietos. Atilana es capaz de sacrificarse por sus nietos, que sabe desde el primer momento que son lo más importante. Su objetivo es que los lobos no les hagan nada y que los pequeños no sientan miedo en medio de esa situación de peligro. Con su coraje y buen hacer, consigue que los niños ni se enteren de que unos lobos estuvieron persiguiéndolos todo el camino.
Una reflexión más sobre la leyenda de Atilana y los lobos
- Las buenas decisiones: Otra de las reflexiones que podemos hacer con esta leyenda de ‘Atilana y los lobos’ es la importancia de tomar buenas decisiones ante los problemas y las situaciones de riesgo. Para ello es necesario no dejarse llevar por el pánico y pensar cómo defenderse ante las adversidades. Es lo que hizo nuestra protagonista, que pensó en utilizar el fuego para mantener alejados a los animales. Una sabia decisión que pudo salvarles la vida.
«Ante una situación de riesgo es importante tener la mente clara, alejar el miedo que nos bloquea y pensar con claridad en una salida.»
— (Reflexión sobre la leyenda ‘Atilana y los lobos’)
Otras leyendas urbanas fascinantes
Si te gusta este tipo de leyendas, que parten a su vez de una historia que se cuenta, no puedes perderte tampoco estas otras. Creer en ellas o no, ya es otra cosa:
- La Tatuana: Cuentan que en Guatemala existió una mujer con un misterioso tatuaje de un barco que le permitía viajar de un lado a otro. ¿Brujería? Quien sabe…
- La llorona: Esta es quizás la leyenda urbana más popular en México. Cuenta la historia de una madre que llora su pena por la pérdida de sus hijos por toda la eternidad.
- El Silbón: En Venezuela se ha visto un espíritu que carga con una bolsa llena de huesos. Su silbido es muy característico y anuncia que está cerca. Pero, ¿sabes quién es?
¿Sabías que también puedes escuchar leyendas narradas? Las encontrarás aquí, en el canal de podcast de Tucuentofavorito.com: